Capítulo 15

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Desde su asiento, Felix observaba con detenimiento las sonrisas y movimientos de las parejas que danzaban, deslizándose con elegancia y alegría por todo el salón. A pesar de la música envolvente y el cálido ambiente que se desplegaba ante sus ojos, una inexplicable sensación de frío y un temor desconocido oprimían su estómago.

Levantándose con una sutil sonrisa dedicada a sus padres, Felix dejó atrás la perplejidad en sus rostros y se encaminó lejos del bullicio, en busca de Hyunjin, quien llevaba un tiempo apartado de todos.

Con pasos largos, dirigió una fugaz mirada a Elián, quien bailaba con Rodo, con sus mejillas sonrojadas y una sonrisa perfecta dibujada en su rostro. Aquella imagen le arrancó una sonrisa; al menos su hijo se encontraba bien.

—¡Los reyes! —el nervioso grito de Artemisa congeló sus pasos, y al girar hacia los tronos, presenció a Selene y Helios retorciéndose de dolor en el suelo, con sus manos en el pecho.

—¡Hijo! —El desespero en la voz de Rodo lo hizo enfocarse ahora en ella. La castaña se arrodillaba frente a Kynthios, quien caía al suelo luchando contra un intenso dolor en su pecho, mientras escupía Ícor.

Felix solo pudo escuchar el sonido entrecortado de su propia respiración antes de que los ventanales estallaran bajo intensos rayos que atravesaban los vidrios.

Gritos escalofriantes llenaron el salón. Felix se arrojó al suelo con las manos en la cabeza, y alzó la mirada en busca de Elián, pero solo veía figuras corriendo, intentando evitar los violentos rayos que destrozaban el lugar.

Tembloroso, Felix se puso de pie y corrió entre la multitud que luchaba por escapar. El suelo estaba empapado de Ícor y sangre. Ante sus ojos, se desataba una masacre, donde los humanos pagaban el precio más alto. Enormes fragmentos de vidrio se clavaban en cuerpos de niños y mujeres, mientras sus familiares lloraban con un dolor desgarrador.

—¡Irene! —el grito de Elián lo hizo reaccionar de aquella pesadilla, y siguió su voz hasta encontrar a su hijo en una esquina, zarandeando el cuerpo de Irene.

Felix se detuvo, preso de un fuerte dolor que debilitó sus piernas. Irene tenía un enorme pedazo de vidrio atravesando su abdomen y Elián la abrazaba a su pecho, gritando su nombre como si pudiera devolverle la vida.

Apretando los ojos, buscó fuerzas para su hijo. Debía mantenerse fuerte por él. Sin embargo, forzar la calma ante aquella imagen desgarradora, donde su hijo abrazaba a la mujer que lo había cuidado desde la infancia, era imposible.

Irene no solo había sido parte de la vida de Elián, sino que también había cuidado de Felix desde su adolescencia. Con apenas quince años, Helios le ofreció trabajo en el palacio al enterarse que había quedado huérfana. Aquella mujer había dedicado su vida a los dioses con una valentía y entrega que no cualquiera era capaz de ofrecer.

—Elián... —la voz de Felix sonó rota y frágil, pero el menor, absorto en el dolor, no pudo escucharlo— Hijo... —insistió, pero al dar pasos hacia él para acercarse, unos fuertes brazos lo acorralaron y taparon su boca, ahogando sus desesperados gritos mientras luchaba inútilmente por liberarse.

—Te extrañé... —aquel estremecedor susurro que golpeó su oído fue lo último que Felix pudo escuchar antes de que todo se sumiera en la oscuridad.

 —aquel estremecedor susurro que golpeó su oído fue lo último que Felix pudo escuchar antes de que todo se sumiera en la oscuridad

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Luz del Olimpo - Ícor y Sangre | Hyunlix | 2do Libro de LDIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora