Capítulo 5

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Con un andar veloz, casi en una carrera, Hyunjin recogía su cabello en una coleta elevada mientras se aproximaba al salón principal. Exhausto por la caminata, se detuvo en el umbral de la puerta, contemplando cómo Felix sonreía a una pareja de dioses.

Selene no había mentido cuando mencionó que su hijo planeaba entregar a Elián a otra familia, y aunque no había tenido tiempo para reaccionar previamente, en ese preciso momento, su pecho comenzaba a oprimirse. No podía discernir la causa de los latidos intensos de su corazón; podría tratarse de sorpresa, culpa o tristeza. Pero, ¿qué era lo que le entristecía? ¿El hecho de que Felix hubiera tenido que renunciar a Elián para estar con él? ¿O su incapacidad para aceptar su papel como padre sin dejar de comportarse como un niño?

—Joven Felix, Elián ya está listo —interrumpió Irene el lugar, sacando a Hyunjin de sus pensamientos, y enderezando su espalda, la observó detenidamente, notando cómo la mujer sostenía al bebé en brazos, de pie junto a Felix, quien parecía ignorar su presencia o luchaba por no mirar al niño.

—¿Elián? —preguntó la diosa que yacía frente al rubio, sin dejar de sonreír— ¿Es su nombre?

—Así lo decidí llamar —respondió Felix, y Hyunjin maldijo en su interior al no poder ver la expresión del menor, ya que estaba sentado de espaldas a él, además de la distancia que los separaba— Pero ustedes son libres de cambiar su nombre.

—Elián nos parece perfecto —dijo el otro dios—. Tiene relación con el nombre de tu padre, el rey Helios. Será un honor nombrarlo así.

Las sonrisas de la pareja incomodaban cada vez más a Hyunjin.

—Le he entregado parte de mis poderes, por lo que Elián cuenta con los poderes del sol —añadió Felix, sonando desanimado—. Hay días en los que amanece muy débil o presenta fiebre, pero hemos visto mejoras. Solo recomendaría no sobrecargarlo de poderes ni mezclarlos con otros. Sería mejor dejarlo descansar.

—Por supuesto —asintió la diosa, sin apartar una interesada mirada de Elián, a quien seguía sosteniendo Irene en brazos—. ¿Puedo cargarlo? —preguntó, extendiendo sus brazos hacia Irene y el bebé.

Felix abrió la boca, pero quedó sin aliento.

—Disculpen la interrupción —intervino Hyunjin con voz firme, acercándose rápidamente a ellos—. Necesito hablar a solas con mi esposo.

La pareja se levantó de un salto del sofá, mientras Felix e Irene miraban perplejos al pelinegro.

—A solas —masculló Hyunjin.

Irene encogió los hombros y observó cómo una dulce sonrisa se había formado en los labios de Elián desde la entrada del pelinegro.

—Lo siento mucho —murmuró la diosa que permanecía frente a ellos—. ¿Hay algún problema?

—No —sonrió Felix, pero Hyunjin posó una mano en el hombro del rubio, haciéndolo callar.

—Sí lo hay —masculló el pelinegro—. No tenía conocimiento de esto.

La pareja de dioses, borrando sus sonrisas radiantes, se miraron avergonzados.

—No se preocupen —Felix sonrió de nuevo—. Elián fue aceptado solo por mí, ya que mi esposo nunca deseó ser padre. Esto no es asunto suyo.

Hyunjin apretó los dientes, fulminando con la mirada al rubio, pero este parecía ignorarlo, centrando su atención en la pareja.

—¿Nos permitirán un momento a solas o no? —preguntó Hyunjin, con voz grave y una expresión tempestuosa en su rostro.

—Por supuesto —la pareja hizo torpes reverencias y abandonó el salón rápidamente.

—Voy a acostar a Elián —murmuró Irene, ocultando una sonrisa que amenazaba con aparecer. La interrupción de Hyunjin le alegraba, y girando sobre sus talones, la mujer desapareció, dejándolos solos.

Luz del Olimpo - Ícor y Sangre | Hyunlix | 2do Libro de LDIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora