Capítulo 31

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Frente a los ojos de Helios, todo era un desastre.

Entre Jisung, Seungmin y Jeongin atendían las nefastas heridas en el cuerpo de un inconsciente Felix. Helios podía captar el nerviosismo en el cruce de miradas que los dioses se dedicaban mientras con desesperadas manos sacaban pedazos de vidrios de la piel magullada de su hijo.

Seungmin detenía el sangrado como un completo experto, Jisung con suma delicadeza limpiaba las profundas cortadas, y Jeongin vendaba cada herida con hojas purificadas.

Todo era un completo caos, y Helios no pudo evitar pensar en Elián y en Hyunjin. Selene se había separado de Felix minutos atrás para poner al tanto a Hades de la lamentable situación en la que había caído su ahijado. Y por lo que se hablaba en los pasillos, entre los murmullos de los guardias, Helios pudo escuchar que Hyunjin no había recuperado la conciencia.

Jisung detalló la mezcla de ungüento y sangre en sus manos y desvió una mirada vacía al trabajo que hacía Jeongin, quien terminaba de vendar la última herida con extrema delicadeza, luego llevó sus ojos al rostro dormido de Felix, notando la palidez en sus labios y mejillas. Agradecía a los dioses que Hyunjin no lo viera así, de lo contrario, nunca podría borrarse esa dolorosa imagen de la cabeza, como tampoco sería capaz de huir de la culpa al ser consciente del daño que le había causado a su propio esposo.

De pronto, el sonido de las puertas obligó a Jisung a girar su rostro, y fue entonces que vio a Helios salir de la habitación. Con tristeza, Jisung bajó la mirada. Quizás era lo mejor. No podía imaginar la cantidad de emociones que carcomían a Helios al ver a su hijo en esas terribles condiciones. Y tan delicado era el estado de Felix, que solo quedaba rezarle a los dioses para que sobreviviera la noche.

—Terminé.

La suave voz de Jeongin captó la atención de Jisung por completo, y de inmediato observó que ya todas las heridas de Felix se encontraban vendadas. Habían logrado acabar con el sangrado de una manera exitosa, ahora solo faltaba que Felix soportara un poco más aquella tortura, solo hasta que el sol se dignara a salir.

Un silencio los envolvió mientras se dedicaban pequeñas sonrisas colmadas de satisfacción con el arduo trabajo que habían hecho.

—Es bueno tenerte de vuelta, Jeongin —mencionó Seungmin, limpiando la sangre en sus manos con un trozo de tela—. No vuelvas a separarte de nosotros, y tampoco dudes en pedirnos ayuda cada vez que te encuentres en peligro.

Jeongin se quedó en silencio, con un hormigueo que oprimía su garganta. Pero solo pudo asentir al mismo tiempo que bajaba la mirada al rostro de Felix. Quizá nunca se sentiría merecedor de esas palabras.

—¿Creen que algún día él logre perdonarme? —preguntó con una voz tan baja que apenas Seungmin pudo escucharlo.

Jisung, que se hallaba a un lado de Jeongin, dirigió su mirada hacia Felix, entendiendo aquella pregunta.

—De todos nosotros, Felix siempre ha tenido el corazón más puro —respondió, mientras Seungmin asentía, claramente de acuerdo.

—Eso pensaba él de mí —añadió Jeongin, en un susurro decaído.

—Y no se equivocó. —Jisung le dio suaves palmadas en el hombro, ganándose una rápida mirada por parte del menor.

Y Jisung percibió cómo los ojos de Jeongin se tornaban vidriosos.

—Vayan a descansar —añadió, volviendo su mirada a Seungmin mientras Jeongin asentía—. Yo me quedaré con Felix.

—¿Te quedarás solo? —Seungmin arrugó el rostro—. No podrás dormir. Yo me quedaré contigo, así logramos turnarnos mientras el otro descansa.

Luz del Olimpo - Ícor y Sangre | Hyunlix | 2do Libro de LDIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora