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La respiración de Felix era agitada, su pecho subía y bajaba al ritmo de esta. La tristeza que experimentaba Felix en su corazón se incrementó al observar los ojos oscuros del joven, y las lágrimas no tardaron en aparecer.

—¿Felix?

El rubio se abalanzó para abrazar por el cuello al pelinegro y este se sobresaltó ante su acto.

—Tranquilo, solo fue un sueño —El pelinegro busco consolarlo —Solo un sueño —Hades acarició su espalda para tranquilizar su llanto hasta que este paro al volverse quedar dormido
—Descansa Felix —. Lo recostó en la cama y se quedó sentado en la orilla de la cama, cerciorándose de que no tuviera otra pesadilla.

Mientras lo veía dormir, se preguntó qué era lo que había soñado para ponerlo así.
Pasadas las horas y ver que el rubio parecía no tener otro sueño tormentoso decidió regresar a su mundo

Desde que Hades escuchó aquel nombre, no pudo sacárselo de la cabeza.

—¿Perséfone, quién es Perséfone? —Minho que estaba en el inframundo, lo escuchó hacerse esa pregunta y se estremeció.

—¿Por qué preguntas por Perséfone? — susurró con su voz temblorosa por el miedo a que el Dios recordará su pasado.

—¿Sabes quién es Perséfone?

Al hacerle esa pregunta, el Dios se sintió aliviado de ver que no tenía idea. —No, por eso te preguntaba: ¿por qué preguntas por Perséfone y quién es? —Trato de desviar el tema.

—Escuche ese nombre por ahí y de alguna manera me hace sentir inquieto, como si ya hubiera escuchado ese nombre antes.

Ares miraba a su amigo con miedo ante la curiosidad del Dios —Seguro que hay muchos por ahí con ese nombre, nada fuera de lo común —Ares trataba de hacer que su amigo dejara de indagar

—No lo sé, me siento extraño, cuando pienso en ello. —El Dios llevó su mano a su pecho —Me siento vacío.

Minho observaba en silencio a su amigo y se preguntaba si lo había escuchado acaso del chico humano del que mostraba interés.

El día llegó y Felix despertó nuevamente sin recordar nada de lo que había soñado, acompañado de una cesación de soledad.

—Duele —Llevo su mano a su pecho sintiendo la ansiedad.

El maullido de su gato lo distrajo, poniendo su atención en el.

—¿Tienes hambre? —Acarició su cabeza y lo alzó en sus manos para luego depositar un beso en su frente. —Bien, vamos a desayunar. —Felix se levantó de la cama y, como de costumbre, primero le dio de comer al pequeño felino para después preparar su comida y desayunar él.

El día era soleado y perfecto. Felix aprovecho esto para hacer limpieza y luego ir a dejar los encargos que le hicieron de su trabajo.
Monto unas sillas de madera a su carreta y fue rumbo al pueblo

Mientras el rubio caminaba por este, era saludado amablemente por la gente que lo veía pasar. Felix que anteriormente no era más que frío, ahora era muy querido por la gente del pueblo que, cuando le veían, se acercaban a conversar con él y más de uno le daba algún regalo, ya que lo veían como un dulce joven ciego que debía ser cuidado por su condición.

—Muchas gracias Felix, son perfectas —Dijo la amable viejita que le había encargado las sillas

—Me alegro de que le gustaran, señora Zina.

—A pesar de tu condición, eres muy talentoso —la mujer sacó un saco con monedas —. Toma, aquí está el pago y un extra.

—No, yo no podría tomarlo, solo págueme lo acordado.

HADES (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora