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—Es la reencarnación de Perséfone. 

El peli azul tragó saliva para luego tomar las manos de Ares y apartarlas de él.

Cerró sus ojos y respiró hondo antes de hablar. —Poseidón no me lo dijo directamente, pero por lo que veo, Hades ha estado cerca de Felix estos días —No había otra explicación para la que Ares se acercará a Felix —No, Felix no es la reencarnación de Perséfone.

Ares cerró los puños ante su respuesta —No mientas —Apretó los dientes con rabia. 

—Ares, aléjate de Felix y también aleja a Hades de él. Él no es la reencarnación de Perséfone. 

—¡¿Por qué mientes?! —sus ojos parecían querer salir de su órbita. 

—¡No miento! ¡Perséfone murió aquel día por la espada de los muertos! Tú viste cómo su cuerpo fue atravesado por ella. —Zeus, agitado trato, guarda la calma —Perséfone está muerto y no volverá nunca a la vida. Así que deja de decir tonterías, Ares. Estás tan desesperado por tu culpa, que no estás viendo claramente.

La respiración de Ares se volvió aún más agitada al sentirse confundido, pues estaba seguro de lo que había visto. —Quieres confundirme— susurró.

—No puedes con la carga de haber traicionado a Hades, que tu mente ya está nublando tu juicio.

El peli morado cayó de rodillas al sentir el peso caer nuevamente en sus hombros, después de aquella pequeña esperanza le dio paz por un momento, de pensar que Perséfone había reencarnado. —Mientes… —Volvió a susurrar, mientras la mirada de Felix cruzaba su cabeza, al igual que los de Perséfone y el recuerdo de la última vez que los vio.

—Ares —El pelirrojo se acercó a él tan rápido lo vio —¿Dónde está Hades? —El peli morado no pudo verlo a los ojos, así que miró hacia el suelo.

—Está esperándonos. La guerra terminó, te llevaré con él. 

El pelirrojo sonrió ampliamente —Me alegro de que haya terminado, estaba muy asustado de que no los veía volver. 

—¿Creíste que perderíamos? 

—No, eres el Dios de la guerra, estaban destinados a ganar. Hades es afortunado de tenerte a su lado —aquellas palabras se clavaron en su corazón como afiladas dagas.

—Supongo… —Susurró mientras se ponían en marcha y el pelirrojo caminaba detrás de él. 

—Estoy muy nervioso, siento como si hubiera pasado una eternidad. Me sentí muy solo, escondido todo este tiempo, pero por fin podré volver a su lado. —Ares, no podía siquiera articular una palabra —. Tú también debes estar ansioso, ¿no? Después de todo, has pasado un tiempo fuera por la guerra, seguro que Afrodita debe sentirse con conmigo, esperando el regreso de la persona que ama. Apuesto que estará muy feliz de tenerte de regreso —Cada paso se volvía más pesado que el anterior para el dios de la guerra —. Vayamos de prisa, para que puedas ir a su lado. —Sus pasos se volvieron temblorosos al escuchar todo lo que le decía Perséfone, tan inocente y ajeno a que estaba a punto de traicionarlos.

El camino fue corto, pero se sintió eterno para el Dios de la guerra. 
Y entre más se acercaban al punto de reunión, Perséfone empezó a sentirse inquieto, pero no hizo nada al respecto, pues confiaba en Ares y creyó que solo eran sus nervios.

—¿Ares, a dónde vamos? —Después de un tiempo se animó a preguntar al notar que se acercaban al fuerte del olimpo.

Pero antes de que pudiera decirle algo. Delante de ellos apreció Rea, la madre de Hades, acompañada de guardias que los rodearon. 

HADES (Hyunlix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora