HADES (Hyunlix)

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Asustados, ambos se voltearon a ver. Afrodita reaccionó de inmediato y lo agarró del brazo —Huye, yo los entretengo.

Felix no estaba seguro de abandonar al Dios —Pero...

—Si te ven, estarás en peligro, ya saben de tu existencia y sospechan de ella. Huye a los campos de flores por aquel sendero. Iré a buscarte en cuanto pueda —Lo empujó hacia la ventana para que este observara el camino y con duda Felix salió por esta para huir.

La puerta del baño fue derribada por Hefesto y, en cuanto vio a su esposo ahí, su furia se encendió. —¿¡Dónde está!? —De inmediato creyó que ocultaba a su amante.

—Si te refieres a Ares, no lo sé.

El Dios del fuego, enfurecido por la respuesta, lo tomó con brusquedad de las muñecas y lo acercó a su cuerpo. —¿Crees que puedes verme la cara?

Jisung intentó soltarse al sentir el dolor en sus muñecas que eran fuertemente agarradas. —Suéltame, él no está aquí. Si lo estuviera, no se escondería de ti, no eres alguien al que él le pueda temer.

La burla de su esposo solo logró hacerlo enojar más y en respuesta golpeó su mejilla: —Estoy harto de ti y de tu insolencia.

El ardor en su mejilla no era nada comparado con la rabia que sentía en su interior luego de escuchar que a su querido amigo Perséfone había sido asesinado y su esposo había sido partícipe y cubierto la verdad. —Entonces separemos nuestra unión. Yo nunca quise casarme contigo y jamás te amaré.

El rechazo de su esposo no era nada nuevo, pero esta vez se sentía realmente molesto. —Jamás te lo daré —tiró de sus cabellos para acercar su rostro al suyo —. Vivirás siendo mi esposo para la eternidad. ¿Entendido? Y si tengo que encadenarte para que dejes de buscar a tu amante, eso haré. De ahora en adelante vivirás prisionero en nuestra casa. Te pondrá las más hermosas cadenas.

...

Hades apenas se había despertado y, aun con los ojos cerrados, buscó a Felix en la cama, pero al no sentirlo abrió rápidamente sus ojos. —¿Felix? —De inmediato sintió que algo no estaba bien.

Intento calmarse y creer que estaría por ahí merodeando y que solo era su ansiedad por el temor de perderlo en un par de días que le hacía pensar que algo no estaba bien.

Se puso su ropa y salió rápidamente a buscarlo —Elora

—¿Si mi señor?

—¿Has visto a Felix?

—No, mi señor.

—quiero que pongas a todos a buscarlo

—De inmediato, mi señor.

Hades no se quedó quieto y también ayudó en su búsqueda. Puerta tras puerta su ansiedad crecía más y más. Lo busco incansablemente en aquellas habitaciones abandonadas de su castillo donde el rubio siempre buscaba ir por curiosidad.

La incertidumbre comenzó a hacerse más y más grande entre más habitaciones, veía preguntándose; cuándo había sido que hizo aquellos cambios.

Su cabeza dolía, entre buscar a Felix y sentir lagunas mentales en su memoria. La sensación de que había olvidado algo cada vez era más fuerte, pero esta se intensificó cuando abrió una habitación y en ella encontró una vieja pintura.

Su corazón ya agitado aceleró más sus palpitaciones al acercarse y ver a través de la cortina de tierra sobre el retrato un chico de cabellos rojos. —¿Felix? —A pesar de que su apariencia fuera más extravagante como la de un Dios, fue tan fácil para sus ojos reconocer a Felix en esta —¿Qué mierda? —No entendía por qué habría una pintura de Felix, y más que eso, no entendía por qué tenía otra apariencia.