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Talvez el destino había decidido que su vida sea una mísera, muy probablemente solo estaba exagerando.

Típico de Hyunjin. 

Por lo menos ahora tenía una razón para serlo, algo tonta sinceramente. 

Pasó casi toda la noche terminando de copiar esas condenadas páginas que se supone que tendrían que contener la información detallada de una de las cirugías del día anterior, pero la copia original estaba tan mal hecha, llena de tachones, letra fea, además de flechas por todas partes sin sentido alguno. 

Era tan estresante, esa lámpara de noche le estaba cansando, además de estar escuchando la misma playlist casi 5 horas seguidas no estaba ayudando a su sanidad mental. Pero por fin tenía esa carpeta color rojo con esas hojas que había acabado de llenar hace unos minutos. Miró su reloj digital que estaba posado en su mesita de noche, le quedaban unas dos horas en las que podía dormir, sin pensarlo dos veces se sacó sus pantuflas y se acostó en su gran cama, acomodándose entre la gran cantidad de almohadas y quedando dormido en menos de dos minutos. 

Al despertar y mirarse en el espejo lo primero que notó fueron sus grandes ojeras moradas, tenía la intención de ponerse un poco de corrector de maquillaje, pero tuvo que desistirse al ver que le quedaban apenas 15 minutos para estar en su puesto de trabajo. 

Después de un corto viaje en su auto, sin música, esta vez porque no estaba de humor para escuchar ni siquiera a su girl group favorito ese día. 

No sabía por qué, pero los nervios lo consumían, no quería sentirse así solo por el hecho de tener que entregarle una carpeta al rubio con pecas.

Llegó casi temprano, después de ir a su reunión diaria en esa sala del cuarto piso, hace poco más de un mes las reuniones eran muy poco comunes, pero ahora parecía que serían a diario, eran como de diez minutos, por lo que no le molestaba mucho. 

Fue a las consultas diarias que tenía programadas, ser residente de cirugía también implicaba ser doctor general, por lo que hacer muchas consultas era parte de su día a día. Ese día estaba mucho más distraído de lo normal, en serio ese Lee Félix lo estaba sacando de sus casillas.

Cuando acabó de atender a su última paciente del momento subió hacia el cuarto piso con tal de encontrarse con el rubio, su muy inteligente plan contaba de algunos muy sencillos pasos. 

1. Subir. Caminar a la sala de descanso. 

2. Encontrar a Lee.

3. Darle la carpeta.

4. Esperar a que acabe de ver la carpeta.

5. Que le acepte la carpeta.

6. No decirle nada y huir del lugar sin tener que decirle más de dos palabras. 

Sencillo. Obvio.

Entró a la sala, que ya conocía como la palma de su mano, donde estaban todos los casilleros y donde se suponía que descansaran, pero casi nunca hacían.  

Ahí estaba él, Lee Félix, sentado en el mismo sofá y en la misma posición de la que tenía el día anterior cuando la superiora le estaba regañando pero ahora en el sillón del fondo. No lo negaría, se veía increíble, pero eso no importaba en ese segundo. Se acercó a pasos rápidos, se notaba a leguas que no estaba cómodo en ese lugar, al contrario del de pecas que como siempre desprendía confianza. 

—Aquí está, léelo.— le entregó el archivo y el otro lo aceptó sin decir ni una sola palabra.

Estaba leyendo cada una de las páginas metódicamente, pasaron minutos donde solo ojeaba las páginas, ni siquiera parecía que las estaba leyendo, parecía que las juzgaba.

Médico Cirujano [Hyunlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora