CAPÍTULO 4

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PELEAS CLANDESTINAS

ADELINE

Nos levantamos con la misma rapidez con la que nos cambiamos, pero apenas podemos terminar cuando la puerta es abierta para mostrarnos a una chica de pelo violeta y ojos grises.

–¡¿Quién es ella?!–le pregunta al tiempo que intenta lanzarse sobre mí, pero Jaxon se interpone antes de que pueda alcanzarme.

–Te dije que ya no quería verte.

–Solo estás confundido.

–Por favor, vete.

–¡No me iré hasta que vuelvas a ser mío!

–Nunca fui tuyo.

Ignora eso para levantarse la camiseta.

–¡Me tatué tu rostro en mis tetas!

–Yo me voy–tomo mis tacones–Me hartó esta loca de mierda.

–¡¿Cómo me llamaste?!–pregunta tratando de saltar sobre mí, pero él la aleja.

–Como escuchaste, idiota–le digo mientras camino hacia la puerta–Y deja de arrastrarte por un hombre, das pena.

KENNETH

En la mañana, los cuatro nos situamos en el comedor para desayunar. Podría decir que me molesta el hecho de que los integrantes hayan aumentado, pero no es así porque me da exactamente igual lo que mi padre haga con su vida.

–¿Dónde fuiste anoche?–le pregunta Catrina a Ade.

–Fui a una fiesta con Sammy–responde antes de beber jugo.

La observo con interés porque estaba seguro de que mentía.

–Kenneth–me habla mi padre–¿Ya decidiste en qué universidad quieres estudiar derecho?

Quería que estudiara lo mismo que él, pero mi deseo era otro.

–No.

–Pues deberías comenzar a decidir.

Si se hubiera tratado de cualquier otro tema, yo no hubiera tardado en decirle lo que pienso, pero con el asunto de la carrera, las palabras se retenían en mi garganta.

Tiempo más tarde, estaciono en la escuela pero no saco los seguros.

–Abre la puerta.

–Sé que anoche fuiste a otro lugar.

Su semblante se mantiene igual, pero por algún motivo sé que es lo que quiere mostrar.

–¿Y dónde estuve según tú?

–No lo sé–admito antes de seguir–Pero lo descubriré.

–Llegaré tarde. Así que abre la puerta.

–¿O sino qué?

–Intentaré descubrir qué es lo que realmente quieres estudiar–me dice con una sonrisa–Y te aseguro que a tu padre no le gustará saberlo.

Aprieto la mandíbula deseando borrar la expresión de su rostro.

–Quiero estudiar derecho.

–Es gracioso.

–¿El qué?

–El que tengas el coraje de hacer y decir lo que sea, pero cuando se trate de tu futuro decidas mantener silencio.

Abro los seguros de mala gana.

–¿Para que me largue porque no me soportas? ¿O para que no lo averigüe?

En el ojo de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora