CAPÍTULO 14

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DESTRUCTORA APROBACIÓN

ADELINE

En cuanto mi cena es depositada frente a mí, ese pensamiento que viene envuelto en pregunta me alcanza, ese que llega para obtener una respuesta que debo tomar porque sino la culpa será insoportable.

–No quiero más–digo apartando el plato cuando solo queda la mitad de mi cena.

–Disculpen, pero buscan a la señorita Adeline–nos informa la empleada.

–Permiso–digo antes de caminar hacia la puerta para encontrarme a Scarlett a quien no tardo en abrazar con emoción–Pensé que vendrías mañana.

–Logré terminar antes mis pendientes–me dice cuando nos separamos–Por cierto qué casa.

–Sí, lo sé.

Cuando ingresamos a mi habitación nos sentamos en mi cama.

–¿Recuerdas que me dijiste que necesitaba bajar de peso?

–Sí.

–Comencé a hacer ejercicio y a dejar la mitad de mi almuerzo y cena.

–Has tomado increíbles decisiones, Ade–comenta con una sonrisa.

–Gracias.

–Estoy segura de que lo lograrás–se me queda mirando–¿Qué te pasó en el rostro?

–Hace unos días me intentaron robar, pero ya estoy mejorando.

No quería contarle lo que realmente había pasado.

KENNETH

Salgo de mi habitación al mismo tiempo que Jaxon sale de la habitación de Ade con el pelo revuelto.

Solo pensar en ellos teniendo sexo me hace querer matarlo, pero no hago nada porque no puedo mostrarle a nadie lo que ella me provoca.

–Buenos días–me dice él.

–Deben ser muy buenos para ti.

–La verdad–admite con una sonrisa–Ella es tan...

–Imbécil, no sé cómo le puedes gustar.

Puedo ver cómo mi comentario le afecta, lo que me da más motivos para seguir.

–¿Cuándo crees que se aburrirá de ti?

–Eso no va a pasar–dice inseguro.

–Ella necesita a un hombre que esté a su altura, que despierte una necesidad que nunca será llenada, que la desafíe, que esté dispuesto a todo por ella–lo miro de arriba a abajo–Tú no representas nada de lo que hablo.

En ese momento Adeline sale de la habitación para luego mirarnos a ambos.

–¿Qué sucede?

–Nada–logra decirle Jaxon antes de que ella lo bese.

Y no puedo soportar que ella bese otros labios, no puedo soportar que se sienta cómoda con un hombre que no sea yo. Quiero arrancarla de su lado para que esté junto a mí, para que sean mis labios los que la besen. Pero en lugar de eso, me alejo con mis deseos incumplidos.

La odio.

La odio porque la deseo demasiado.

–¡Cariño!–exclama Tahira cuando llego al piso de abajo.

–No me llames cariño–le digo con fastidio.

–Quería que me acompañaras a una fiesta, ya sabes, para que todas sepan que eres mío.

–Solo tenemos sexo.

Se me acerca para presionar sus tetas en mi pecho. Pero esta acción ya no me causa nada.

–Por favor.

–Te dije que no.

–Hazlo por mí.

–¿Eres idiota?

Puedo ver que mi comentario le duele, pero no me importa en lo absoluto.

–Lárgate.

–Hijo, debemos hablar de la universidad–me hace saber mi padre ingresando al lugar.

–En otro momento. Ahora saldré con Tahira–le digo mientras empujo a la chica hacia la puerta.

En el ojo de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora