CAPÍTULO 27

224 8 3
                                    

LAS PALABRAS DE LA DOCTORA

ADELINE

Mis ojos se abren por el sonido de mi celular, el cual acaba cuando contesto la llamada sin ver de quien se trata.

-¿Qué?

-Kenneth está en el hospital-me informa Derek, provocando que me levante con rapidez.

-¿Qué le pasó?-pregunto con preocupación.

-En el ring recibió un golpe que lo dejó inconsciente. Así que lo traje a un hospital hace unas horas.

En cuanto me dice el nombre del lugar en el que se encuentran, me visto con rapidez para luego salir corriendo de la casa con un miedo que me consume y cuando llego al hospital pregunto cuál es su habitación para segundos más tarde ingresar a la misma.

-Adeline-dice con su usual voz ronca.

Está acostado con Derek en el sillón de su lado.

-Pensé que no vendrías.

-Estar enojada no es motivo para que mi preocupación por ti se vaya-miro a Derek-¿Qué les dijo el doctor?

-Nos dijo que no tiene ninguna lesión grave.

-Solo tuve mareos-le da una mirada a su amigo logrando que este salga de la habitación.

-¿Por qué logró que quedaras inconsciente?

-Son cosas que pasan.

-¿Por qué logró que quedaras inconsciente?-repito provocando que suelte un suspiro.

-Estaba borracho.

-¿Cómo se te ocurre subirte al ring estando borracho?-pregunto molesta.

-No te enojes por esto también que todavía no puedo conseguir el perdón del enojo anterior.

-Entonces no me hagas enojar.

-Es que no lo pensé.

-No, eso ya me ha quedado más que claro, tú no piensas, tú tienes el cerebro de adorno.

Que le pasara algo me aterraba, por eso me molestaba tanto.

-Perdón.

La idea de perderlo hizo que me diera cuenta de que todos merecemos una segunda oportunidad.

-Te perdono.

-¿Enserio?-me pregunta con sorpresa.

-Pero si me vuelves a hacer algo parecido no te daré otra oportunidad.

-No lo haré, ahora ven.

Una vez que me acerco, él se levanta un poco para darme un beso cargado de felicidad que me hace sentir lo mismo por haber acabado con la lejanía.

-Te eché de menos-me dice con una sonrisa.

-Yo también.

-¿El sexo? ¿O lo que somos fuera del sexo?

-Ambas.

-Podríamos hacerlo aquí.

La sola idea hacía que mi ropa interior se mojara.

-Está bien.

-Me encanta eso de ti-dice mientras se desconecta los dispositivos de monitoreo.

Nos quitamos la ropa que se encuentra del estómago para abajo antes de que yo me posicione en el borde la cama para que así él alce mis piernas.

En el ojo de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora