UN BAILE
ADELINE
En cuanto salimos, mamá se rompe trayendo mis lágrimas.
–Vas a salir de esto–asegura soltando un sollozo–Yo voy a estar contigo.
–Yo no quería tener anorexia–digo antes de que me envuelva en sus brazos.
Ese día, el silencio dejó de cubrirnos porque una palabra estaba sobre nosotras como un recordatorio constante de que el pasado tiene consecuencias, lo cual nos daba a ambas sentimientos muy diferentes porque, mientras ella quería una salida, yo quería un escape. Es por eso que cuando me llevó a la nutricionista, ella sintió alivio, mientras que a mí el miedo me recorrió con un nudo en la garganta. Con la psicóloga ocurrió lo mismo, porque me dejó viendo un futuro diferente al mío, el cual traté de conseguir encogiendo muy bien mis palabras para llegar al alta.
KENNETH
Cuando estoy por ingresar a la sala, me detengo de golpe porque siento el clima de seriedad que generan las palabras de ambos.
–Adeline tiene anorexia–le cuenta Catrina a mi padre.
A mi mente vienen todas las veces en las que Ade se negó a comer, ocasionando que me sienta como un idiota por no haberme dado cuenta.
Subo las escaleras para luego ingresar a su habitación sin tocar para encontrarla acostada en la cama con los ojos abiertos.
–Me enteré de que...
–Sí, tengo anorexia.
Ella se sienta en la cama y yo lo hago a su lado.
–¿Qué piensas?–le pregunto.
–Que debo seguir bajando de peso.
En este momento soy capaz de ver que ha bajado de peso desde el día en el que la conocí.
–Sé que tal vez no veas lo que yo veo, pero eras delgada el día en el que nos vimos por primera vez y ese peso que tenías fue disminuyendo con el paso de los meses, haciéndote ver aún más delgada.
–Sé que estoy delgada, pero no lo suficiente.
–Te estás haciendo daño.
–Al contrario, solo hago cosas para verme mejor.
–No puedes seguir bajando de peso porque eso haría que sigas perjudicando tu salud.
–Lo tengo bajo control y, por cierto, no te pedí ayuda.
Me desesperaba que no se diera cuenta de las cosas, pero no podía obligarla a nada.
Unos días más tarde, vuelvo a ingresar a su habitación para despertarla.
–¡Adeline!
–¿Qué?–pregunta abriendo los ojos.
–Nuestros padres acaban de irse por un viaje de trabajo.
–¿Y?
–Volverán el lunes. Lo que quiere decir que tendremos la casa para nosotros todo el fin de semana.
Su sonrisa es igual que la mía porque ya no tendremos que ser nosotros en las habitaciones, podremos pasearnos por la casa sin ocultarnos de nadie. Debido a esto, la tomo entre mis brazos para luego salir corriendo de la habitación con su risa haciéndome más feliz. En el momento en el que llegamos a la sala, la bajo para que nos fundamos en un beso que explica todo lo que sentimos, en un beso que me hace sentir que no necesito nada más si la tengo a ella.
–Entiendo nuestra emoción, pero estamos siendo un poco ridículos–comenta divertida.
–No me importa si es contigo–le brindo una sonrisa–¿Quieres que hagamos este momento más ridículo?
–Aja.
Saco mi celular con el objetivo de colocar una canción y cuando lo hago, lo dejo sobre un mueble.
–¿Bailarías conmigo?–le pregunto a la vez que le extiendo mi mano.
–Por supuesto–dice mientras toma mi mano.
Con la canción Dusk till Dawn bailamos, olvidándonos del resto, permitiendo que solo existamos nosotros y en el medio de todo aquello me doy cuenta de que lo que siento por ella no es solo sexo, es mucho más, es amor. Un amor que está en mí, ella lo está y lo estará siempre.
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En el ojo de la tormenta
Romance《Seré delgada, no me importa lo que tenga que hacer para conseguirlo.》 Después de esas palabras, Adeline Belmore se adentrará en un camino lleno de peleas, llantos, hambre y culpa. Pero su vida no solo será envuelta por el dolor, ya que su hermanast...