CAPÍTULO 26

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DE RODILLAS

KENNETH

Ya no aguanto, siento que voy a dejar de respirar si no vuelve a mis brazos. Por lo que toco la puerta de su habitación para que segundos después sea abierta.

–Me estás cansando–me hace saber al tiempo que le extiendo unos papeles–¿Qué es esto?

–Te compré un club.

Parpadea sorprendida antes de mirar los papeles.

Menos mal que nuestros padres no estaban.

–Por favor, perdóname.

–Acepto el club pero no tus disculpas–dice para después cerrar la puerta.

Me arrodillo antes de tocar de nuevo para verla en el instante.

–¡Por favor, perdóname! ¡Sé que fui un idiota!

Me toma del cuello con fuerza ocasionando que se me dificulte respirar.

–Lo fuiste, lo eres y lo seguirás siendo–me hace saber con molestia–Así que déjame de molestar.

No digo nada a pesar de que quiero llorar.

–¡¿Entendiste?!

–Sí–logro decir.

Esa noche voy a las peleas clandestinas unas horas antes para beber una botella tras otra con la mente en ella y solo en ella hasta que me debo poner los guantes para subir al ring y cuando lo hago me saludo como puedo como mi oponente antes de que la campana suene llevándome a lanzar un puño que nunca le llega debido a que me encuentro demasiado mareado.

–¿Qué te pasa Kenneth?–me pregunta divertido.

Vuelvo a lanzar un golpe que esquiva provocando que él lleve su puño a mi mejilla logrando que retroceda con un dolor que nunca había sentido y ese solo es el primero de muchos hasta que encuentro el último que me hace ver todo negro.

En el ojo de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora