CAPÍTULO 8

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UN ORGASMO EN LAS ALTURAS

JAXON

–Tenemos tan buena suerte–comenta a la vez que escuchanos las quejas de los demás–Cuéntame algo de ti, apenas te conozco.

–¿Para matar el tiempo?

–Si y porque quiero saber.

Lo pienso durante unos segundos.

–Tengo dieciocho años, soy muy nerd y adoro ver series.

–Te pega mucho.

–¿Que hay de ti?

–Me acabo de mudar porque mi madre se casó con otro hombre.

–¿Y como estas con eso?

–Bien. Salvo porque el paquete venia con un odioso hermanastro.

–¿Y tu papá?

–Murió cuando era pequeña–dice con una mueca de tristeza–No recuerdo casi nada de el.

–Lo siento mucho.

–Gracias...¿Y si eres nerd por que estas aquí un día de clases?

–Porque incluso nosotros necesitamos un descanso de vez en cuando.

Levanta la barra de seguridad haciéndome fruncir el ceño.

–Siéntate en el borde del asiento.

–¿Para que?

–¿Quieres tener un orgasmo?

Trago saliva al tiempo que hago lo que me dice. Gracias a esto ella se sienta detrás de mi pegando sus tetas a mi espalda ocasionando que se me ponga dura porque no solo se trataba de que era ella sino de que era quien portaba ese cuerpo de diosa.

Ade desabrocha mi pantalón antes de bajarlo junto a mi boxer para dejar a la vista un pene erecto. Debido a esto dirijo mi mirada hacia el frente para ver si alguien posa su atención en nosotros pero apenas termino de observar cuando ella coloca sus manos entrelazadas frente a mi pene para después estirar los dedos para que se junten los metacarpos arrancandome un suspiro.

–Espero que nadie nos vea–digo con anticipación.

–Disfruta de la duda.

Comienza a hacer elevaciones muy lentas y profundas que me causan un placer que me hace recostar mi cabeza en su hombro. Pero no es solo eso sino la duda de la que ella habla, esa pregunta constante de si alguien nos notará o no, ese pensamiento que nos recuerda que esto esta mal pero que no por eso menos es placentero.

–Por favor no te detengas.

Cada vez que baja con los pulgares masajea el glande provocando que gruña por lo bajo con los ojos cerrados y es así como luego de unos minutos llego al orgasmo.

ADELINE

Días después, camino hacia la entrada de la escuela hasta que mis ojos conectan con los de Sammy, causando que corramos hacia la otra para sumergirnos en un abrazo lleno de felicidad.

–Te extrañé–me dice cuando nos separamos.

–Yo también te extrañé.

–¿Cómo la pasaste?

–Increíble–digo mientras accedemos a la escuela–Jaxon fue súper dulce.

–¿Te gusta?–me pregunta con una sonrisa.

–Me interesa.

–Te interesa como para acostarte con él. Pero... ¿Te gusta?

–Ehh... Sí–digo al tiempo que ingresamos a nuestro salón–¿Tú cómo vas con Derek?

–Vamos muy bien–dice embobada–Ya nos dimos nuestro primer beso.

–Ay, me alegro mucho por ti–le hago saber con una felicidad latente cuando nos sentamos–¿Seguiste bailando en el club?

–Sí, aunque no era lo mismo sin ti.

–Hoy volveré. Menos mal que me dieron unos días.

A la salida de la escuela, me siento en un banco hasta que mi hermanastro decida despedirse de una chica con lentes y ropa grande, pero cuando me canso, me levanto.

–¡Kenneth!–grito haciendo que se separe para mirarme con fastidio–¿Te falta demasiado? ¿Tanto como para que te quedes sin auto?

Se acerca hacia mí sin darle una mirada a la chica que me mira mal, pero la ignoro al tiempo que nos subimos al vehículo dando un portazo. Después de esto, salimos del lugar en el mismo momento en el que saco mi vaso con jugo de la mochila.

–No se consumen bebidas en mi auto.

–Ah, no sabía–digo mientras le doy un sorbo.

–Guárdalo.

–No molestes, no voy a ensuciar nada.

Cuando el semáforo está en rojo, intenta quitármelo, por lo que forcejeamos durante unos breves segundos hasta que la bebida cae en su camiseta y pantalón negro.

–Eres imbécil–me maldice.

–No se hubiese caído si no hubieses intentado quitármelo.

Seguimos el camino sin hablarnos y cuando ingreso a mi habitación, un pensamiento que no tengo me llega, ya que lo miraré tiempo más tarde y ese pensamiento es que cada mañana nos levantamos sin saber qué es lo que ocurrirá en el resto del día. Algunos pueden pensar que sí lo saben porque lo tienen planeado. Pero lo cierto es que nadie tiene el completo control. Esto viene a que mi mente estaba vacía de todo mientras veía una película y con esto me refiero a que no le daba importancia al hecho de que poco a poco me tomaba todo el pote de helado hasta que ya no queda nada y es ahí cuando la culpa llega.

Me había acabado todo el pote yo sola.

Era una gorda. Así nunca adelgazaría.

Me arrepentía tanto. Quería volver el tiempo atrás y no hacerlo.

En medio de todos esos pensamientos, uno llega, uno que es más fuerte que todos los demás.

¿Y si vomito?

Era la única forma para sacar de adentro de mí el helado que había consumido.

Con esto en mente, me levanto de la cama y camino insegura hacia el baño de mi cuarto. Al ingresar, cierro la puerta y me arrodillo frente al retrete antes de llevarme dos dedos adentro de la boca sin esperar quedarme ahí.

No puedo avanzar. Trato, pero no puedo.

Los saco de mi boca y la desesperación comienza a apoderarse de mí.

Necesito expulsar el helado.

Lo intento una, dos, tres veces. Pero no puedo.

No puedo vomitar.

El peso de la culpa causa que comience a llorar.

En el ojo de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora