CAPÍTULO 17

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EL INICIO Y EL FIN DE ALGO

KENNETH

En el momento en que camino hacia mi habitación, ella sale de la suya con un vestido corto de color dorado, lo que me hace recorrer cada centímetro de su piel, ocasionando que se me ponga dura hasta que ese pensamiento llega.

–¿Saldrás con él?–pregunto con molestia.

–Sí.

No puedo soportarlo, ya no puedo retener la molestia que me causa su cercanía con él. Debido a esto, la tomo del cuello haciéndola retroceder hacia su habitación y cuando ingresamos, cierro la puerta con fuerza.

–¿Qué haces?–me pregunta cuando la estampo contra la pared, dejando su rostro a centímetros del mío.

–No quiero que salgas con él.

–Quiero hacerlo–me dice, provocando que apriete mi agarre.

–¡Deja de elegirlo!

No dice nada.

–Siempre son sus labios los que besas, siempre es él con quien te acuestas. ¿Y yo qué?

Me mira perpleja antes de depositar su mirada en mis labios, y eso solo me hace preguntar si ella también siente atracción, si existe la mínima posibilidad de que lo que siento sea correspondido.

–Me gusta Jaxon.

–No es cierto.

–¿Por qué deberías gustarme tú?–me pregunta molesta–Si eres un idiota.

La hago sentir mi dureza, arrancándole un jadeo que me hace mal.

–Aunque te joda, a quien quieres en tu cama es a mi–le digo antes de estampar mis labios con los suyos, provocando que ella me devuelva el beso con la misma necesidad que yo siento. Es inexplicable la felicidad que me causa besarla después de tantas fantasías incumplidas.

–Esto está mal–dice entre besos, a la vez que saco mi mano de su cuello para colocarla en su cintura y poder pegarla a mí.

–¿Entonces por qué se siente como si no lo estuviera?

Nos deshacemos de la ropa con rapidez y en cuanto la veo desnuda siento que estoy en el cielo porque no puedo creer que una mujer así este frente a mi. Procedo a empujarla a la cama para luego posicionarme sobre ella para lamer sus pezones con ganas recibiendo tirones en mi pelo para que siga.

Su cuerpo fue hecho para mi, cada parte de el lleva mi nombre así como el mio lleva el suyo. Es como si ambos por fin pudieran encontrarse luego de años perdidos en otros.

–Metemela–me pide y yo no puedo hacer más que cumplir ese deseo que yo también anhelo.

Me introduzco con rudeza provocando que ella gima alto arrancandome una risa.

–Creo que nuestros padres se enteraran hoy.

Comienzo a embestirla sin piedad a la vez que ella se lleva una mano a la boca para no hacer ruido por lo que disfruto haciendo círculos en su clitoris con lentitud.

–Te sientes tan bien–le hago saber porque el placer que me provoca no lo había sentido con ninguna.

Acelero mis movimientos llevandola a un orgasmo que hace que quite la mano de su boca para soltar un gemido que disfruto mientras que yo me vengo luego de unas embestidas. Así que con el corazon y la respiración acelerada salgo de su interior antes de acostarme a su lado.

–Eres mi afrodisíaco favorito, Adeline.

Me vuelvo para mirarla y veo cómo sonríe.

–Debo irme.

La miro con incredulidad.

¿En serio se va a ir con él después de tener sexo conmigo?

–No te vayas–le suplico.

–Tengo...

–Quédate conmigo–le pido mientras hago que se coloque a horcajadas de mí.

–En otro momento.

Se baja de encima de mí para colocarse la ropa y cuando termina se va.

JAXON

Hace media hora, Adeline debería estar aquí, pero no sé nada de ella, cosa que me hace sentir mal porque tenía ganas de verla. Había preparado una cena con el fin de pedirle que sea mi novia. La verdad es que estaba totalmente seguro de que aceptaría, ya que me ha demostrado lo interesada que está en mí, sin mencionar que siempre luce feliz cuando estamos juntos.

De pronto, la puerta es tocada, llenándome de alivio al tiempo que abro la misma.

–Perdón por la demora.

–No pasa nada–intento darle un beso, pero ella corre la cara, provocando que termine dándoselo en la mejilla.

Frunzo el ceño.

–¿Qué pasa?

Se adentra en la casa antes de que cierre la puerta.

–Ya no podemos tener sexo ni besarnos.

No me gusta lo que está diciendo, no me gusta hacia dónde se dirige esta conversación, porque lo único que veo es que se está alejando de mí.

–¿Por qué?

No dice nada.

–¿Hay alguien más?–pregunto con dolor, a lo que ella suelta un suspiro.

–Sí.

Los ojos se me llenan de lágrimas al tiempo que mi mente se llena de pensamientos.

Nunca estuvo interesada en mí.

Encontró a alguien mejor.

–¿Quién?

–No tiene sentido que lo sepas.

–Por favor, dímelo–le pido mientras las lágrimas caen por mis mejillas.

–Mi hermanastro.

No esperaba que se tratara de él, pero saberlo me hace sentir peor porque él es mucho mejor que yo.

–No le puedes decir a nadie.

–No lo haré.

Tal vez si fuera diferente, no me estaría dejando.

–Lo siento.

Le doy una pequeña sonrisa.

–No te disculpes por no quererme.

–Te quiero, pero no de la manera en que tú quieres.

–¿Podemos seguir siendo amigos?

Me aterraba la sola idea de dejar de verla porque se había convertido en una persona esencial.

–Por supuesto que podemos ser amigos–me dice la chica con la que quería comenzar una historia.

Cuando se va, deja a un chico con el corazón roto y con una pregunta que no llegó a ser pronunciada.

En el ojo de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora