DEPRESIÓN Febrero, 2018

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Quería ser feliz, de verdad quería serlo, pero por más que lo intentaba no podía. Simplemente ya nada me llenaba ni me satisfacía, todo comenzaba a darme igual, cada día que pasaba perdía mucho más la motivación, las ganas de vivir y el sentido a la vida. Cada día me marchitaba y me apagaba mucho más, y aunque trataba de luchar para mantenerme fuerte, para no rendirme y seguir adelante, sentía que ya no podía más, era muy difícil para mí, porque fingir que todo estaba bien me lastimaba mucho más por dentro, era una sensación horrorosa que me consumía. Entonces comencé a desear estar muerta, porque estaba cansada de que todo mi esfuerzo fuera en vano, estaba harta del maldito dolor y vacío que sentía en mi pecho, odiaba mi maldita vida y me odiaba a mí misma, por no saber cómo superarme, por no poder ser más fuerte, por no poder luchar un poco más.

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