capítulo 3

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Alana sonrió, inclinó su cabeza y luego miró a su prima, pero se dio cuenta de que su actuar fue visto por los presentes, ya que tanto su prima como Ian la miraban con una sonrisa algo traviesa y los ojos ligeramente alzados.

Duncan trató de mantener su actitud algo tosca para no sentir la incomodidad que embargaba su cuerpo al ver cómo su primo lo miraba con interés por la pequeña interacción que tuvo con la recién llegada; él le respondió con un gruñido.

-Él es Duncan Mackenzie, líder de los lobos del norte- dijo Ailsa mirando a Alana con una sonrisa traviesa, ya que es la primera vez que ve a su prima sentir interés por un hombre.

El sacerdote, que estaba por iniciar la ceremonia, sonrió al ver el intercambio de interés que se estaba presentando. - ¿Me pueden repetir quiénes son los novios? - preguntó informa.

Ian soltó una fuerte carcajada. -Lo mismo me pregunto. Creo que hay una pareja que está acaparando el protagonismo- al terminar de decir esto, miró a su primo, el cual tenía un aspecto más gruñón que la última vez que lo vio.

Duncan podía sentir cómo su cuerpo se llenaba de una gran incomodidad al darse cuenta de que era el centro de atención entre tantas personas y más porque le quitaba protagonismo a su primo y a la que sería la esposa de este, así que solo gruñó y torció la mirada para dar por finalizado eso.

-Esa chica tiene buen gusto- escuchó decir a su tía, a lo cual él prefirió ignorar y mantener su rostro inexpresivo ante lo que estaba pasando.

Luego de que el padre comenzó con la ceremonia, se atrevió a mirar a Alana. Sabía que ella solo lo miró debido a la curiosidad por su presencia, y teniendo en cuenta que es el líder de una de las manadas más reconocidas y ella como hija del líder de la del sur, era normal que sintiera curiosidad. Así que primero hizo un recorrido con su vista sobre los novios y luego miró a aquella mujer, la cual estaba concentrada en ver la ceremonia, pero al sentir su mirada, lo miró y le regaló una sonrisa sutil, a lo que él respondió con un asentimiento.

Regañó a su lobo al ver cómo esa pequeña sonrisa le agradó. 'Recuerda quién eres y una mujer como ella no está en tus planes ni alcance', se recriminó Duncan en su mente, lo cual lo hizo poner de mal genio.

Alana miró a Duncan con una inclinación de cabeza por su energía, pero pudo ver cómo este pasaba por un sinfín de emociones hasta quedar nuevamente en su estado original, lo cual la confundió, ya que ella no había hecho nada para provocar tal cambio. Al contrario, si fuera por ella, estaría al lado de él, besándolo, ya que era lo que su mente le decía que era lo correcto.

Miró a su prima y vio cómo esta tenía los ojos húmedos debido a las palabras de amor que Ian le dedicaba en los votos. Cuando le tocó su parte, tuvo que hacer varias pausas, ya que su voz quebraba. Simplemente es hermoso ver cuando dos corazones vibran al mismo son, pensó Alana al ver cómo Ian también tenía los ojos iluminados de amor y ternura por la que sería su esposa.

-¡Pueden besar a la novia!- declaró el padre, lo que se ganó el aplauso de los presentes.

Alana sonrió y aplaudió, pero no pudo evitar que su mirada fuera hacia aquel hombre que era tan desconocido para ella, pero su cuerpo le decía que le pertenecía y vaya que lo tendría, pensó mordiéndose los labios mientras lo veía

Duncan nunca pensó que se sentiría incómodo por la mirada de una mujer. Lo colocaba nervioso el hecho de que, por fuera, tenía una apariencia que indicaba que nada lo molestaba, hasta lucía algo malhumorado. Pero, en su interior, experimentaba una necesidad de ver a aquella hermosa mujer. Sin embargo, sabía que para ella solo era un animal en exhibición, o tal vez había caído en una trampa. Suspiró y se encogió de hombros; no sería la primera vez que jugaban con él de ese modo.

Cuando fueron ubicados en el gran salón que daba inicio a la fiesta, así como al primer baile de los novios, la ubicó con la mirada, la cual le sonrió mientras tomaba una bebida. Al tomar un respiro profundo, se dio cuenta de que no era alcohol, sino chocolate, lo cual le sorprendió un poco y le dio algo de gracia, ya que él y los de su manada se burlaban de los del sur debido a la vida de arcoíris que tenían, les recordaba las historias de los duendes que contaban los humanos a su hijo.

No supo cuánto tiempo estuvo en sus pensamientos, pero cuando la volvió a ver, ella ya no estaba. Miró alrededor de la fiesta y vio cómo todos empezaron a entrar en ambiente entre risas y bailes, pero ella no se veía por ningún lado. Llevado por sus instintos, la buscó, dejándose llevar por el rastro de su aroma en el ambiente.

A medida que el aroma se hacía más fuerte, su desesperación por hallarla crecía cada vez más. Cuando estaba por girar en el pasillo que comunicaba con los baños, vio cómo una mano salió de repente y lo jaloneó por el cuello para que entrara al baño de mujeres.

-Por un momento pensé que no vendrías-dijo Alana mientras se mordía el labio e inclinaba su cuerpo para besar a aquel hombre que hacía que todos sus sentidos se despertaran.

Duncan quería llamar a la cordura, pero esta se fue al caño cuando besó los labios de aquella hermosa mujer. Sabían a gloria nunca en sus 32 años pensó tocar el cielo solo con un beso, pero tenía que ser razonable; sabía cómo muchas mujeres los veían como un desafío y hacían apuestas sobre él.

-Listo, ya tuviste lo que querías. Puedes decirles a tus amigas que besaste al monstruo del norte- dijo Duncan al separarse de Alana.

Alana abrió los ojos suavemente y disfrutó cómo su cuerpo se llenaba de sensaciones nuevas que nunca había experimentado. Al mirar a Duncan, no sabía qué estaba hablando o diciendo; ella solo se concentraba en sus labios y en cómo su cuerpo anhelaba otro beso. Se saboreó los labios y pudo sentir algo de su esencia en ellos, y le gustó.

-Ven- dijo con una gran necesidad que sentía

Duncan abrió los ojos al ver cómo Alana lo tomó por el cuello y dio un pequeño brinco que hizo que él automáticamente la cargara, haciendo que ella envolviera sus piernas alrededor de su cadera. Dio unos pasos hasta el lavado para sentarla en el mesón y así disfrutar del beso.

Ambos se besaban con un hambre feroz y una necesidad innata de sus cuerpos. Duncan podía sentir cómo ella recogía su cuerpo con sus manos hasta llegar a su cuello, el cual apretó y jalo, dejando que miles de sensaciones se concentraran en su interior. Sin embargo, por mucho que su mente dejara de pensar y sus instintos más bajos se apoderaran de la situación, él sabía que debía ponerle un alto y no dejarse llevar por ideas tontas donde lo que ella demostraba no podía ser fijado. Así que volvió a alejarse de ella, pero esta vez más decidido.

-¿A qué quieres jugar?- Duncan lanzó un fuerte gruñido mostrando sus dientes y haciendo que su cuerpo se endureciera un poco más, demostrando su desacuerdo por el engaño que estaba pasando.

Alana, al ver la actitud de Duncan, no se intimidó; al contrario, apretó fuertemente sus piernas al sentir cómo su cuerpo reaccionaba ante aquel gruñido. Así que volvió a inclinar su cuerpo y le dio un pequeño beso, sonriendo al ver cómo Duncan retrocedía y sacudía la cabeza, sorprendido por su actuar. Le recordaba cuando los cachorros olían algo que no les gustaba.

-Mañana te casarás conmigo-dijo Alana con una sonrisa.

Duncan miró a la mujer que tenía al frente, tratando de entenderla, pero le era imposible. - ¿Qué? - dijo al cerrar los ojos y no comprender lo que le dijo.


Espero que lo disfruten. No olviden comentar y darle like.

un día, una noche y una boda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora