capítulo 22

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Alana abrió los ojos y sintió la boca seca, lo que la hizo abrir y cerrar la boca para tratar de disminuir aquella sensación, pero le fue un poco incómodo teniendo en cuenta que se encontraba boca abajo. –Mmm– un pequeño quejido salió de su boca, ya que no se quería levantar, pero tenía ganas de orinar después de un hambre voraz.

Pasó la mano por la cama y notó que estaba sola, pero recordó que Duncan le dijo que debía hacer una expedición al bosque, por eso no estaba allí con ella. –Duncan– dijo repentinamente al recordar todo lo que aconteció en estos cuatro días. Se levantó y fue al espejo, y ahí vio la marca de Duncan. Esto significaba que era suya para siempre.

–Ah, disculpa, pensé que estabas dormida– Alana volteó al ver a Duncan en la puerta de la habitación, pero él inclinó la cabeza para no ver su cuerpo desnudo, teniendo en cuenta todo lo que le había hecho.

–Creo que ya me conoces muy profundamente como para apartar el rostro– Duncan no pudo evitar reír un poco ante el comentario de Alana, lo cual lo hizo alzar la mirada para ver cómo ella le sonreía mientras se recostaba en el tocador, completamente desnuda. Realmente no creía que alguna vez se acostumbraría a verla sin sentir la necesidad de ir hacia ella y hacerla suya.

–Eso es algo relativo, ya que no puedo decir que he visto todo de ti– comentó Duncan siguiéndole el juego a Alana mientras entraba en la habitación. Al escuchar a Duncan, Alana arrugó el ceño y caminó hacia él, entrelazando sus manos en su cuello, mientras se ponía de puntillas.

–No creo que haya quedado un lugar que no hayas besado, lamido o mordido– comentó Alana mientras movía su nariz de un lado a otro en el cuello de Duncan, dejándose impregnar de su aroma. Un pequeño gruñido de satisfacción la invadió al sentir el aroma de su alfa y compañero.

–Te equivocas, hay una zona que tiene un maldito parche que me impide conocerte por completo– dijo Duncan en un gruñido de molestia por mantener la palabra ante Alana y no haber visto debajo de ese parche.

–Ah, es cierto– dijo Alana, apartándose de Duncan y mirando su pierna, la cual aún tenía el parche. –Bueno, me iré a bañar.

–¿Y cómo te sientes? – Duncan, a pesar de lo compartido con Alana, tenía algo de miedo de que su actuar cambiara al despertar por alguna razón. Por eso dejó a mitad la investigación que estaba haciendo. Según Kai, su primo se alejaba mucho del territorio y llevaba al de los humanos, y eso lo lo tenía molesto, pero al mismo tiempo muchas preguntas llegaron a su mente y no quería pensar en lo peor.

–Yo de maravilla, aunque me duele todo el cuerpo, pero me siento feliz– dijo Alana, dispersando los temores de Duncan.

–¿Te arrepientes de algo? – comentó Duncan en un susurro apenas audible, mientras bajaba la cabeza haciendo que su cabello cubriera su rostro.

Alana alzó la mano y tocó el rostro de Duncan, apartando su cabello detrás de su oreja izquierda para poder verlo mejor. –Sí, me arrepiento–. Estas palabras hicieron que Duncan apretara la mandíbula, entendiendo todo.

–¿De qué?– preguntó él, con la voz tensa.

–De que solo fueron cuatro días de mi celo. Yo quería dejarte seco, ¿te acuerdas que te lo dije?– comentó Alana, para luego soltar un suspiro. –Pero la vida siempre nos decepciona–. Dijo mientras negaba con la cabeza y se alejaba de un Duncan sorprendido.

–¿A dónde vas?– fue lo único que se atrevió a decir tras las palabras de Alana.

–Me iré a bañar. Además, ya que soy oficialmente tu compañera, debo hacerme cargo de las responsabilidades que eso conlleva, y más al ser tú el alfa–. Duncan asintió ante las palabras de Alana, ya que tenía razón. En los últimos años había tenido la ayuda de Vanessa y eso había traído algún tipo de tensión en la manada, ya que ella se mostraba como si fuera la líder de las lobas, cuando esa acción solo le correspondía a su compañera, es decir, a Alana.

–Te agradezco la ayuda a mi clan. Sé que podemos ser algo toscos, pero quiero que me digas cualquier tipo de altercado que puedas tener– comentó Duncan. Sabía cómo eran las lobas de su clan.

–No te preocupes, yo también puedo ser estricta cuando me lo propongo– comentó mientras se alejaba de él para irse al baño. Duncan miró cómo Alana movía sus caderas al caminar, no supo cómo pudo tener suerte en tenerla.

–¿Quieres que te bañe?– comentó Duncan sin pensarlo.

Alana sonrió pícaramente. –Me encantaría, pero tú también lo harías conmigo–. Duncan se acercó y tocó su hombro.

–No, porque verías mis pectorales–. La sonrisa de Alana se borró y sacó su labio en un puchero. Por lo que veía, Duncan pensaba que ella no recordaba lo que hicieron en estos cuatro días, porque claramente recordaba cómo, en un ataque frenético, ella le destrozó la camisa y ambos hicieron el amor en pleno día, con la luz del sol bañando sus cuerpos. Lo que demostraba que ella sabía lo que se escondía debajo de esa ropa y vaya que le encantaba. Es cierto que el pecho de Duncan estaba marcado por unas fuertes cicatrices que cubrían su espalda y pecho, seguidas por diminutas líneas blancas que demostraban todas las peleas que había tenido, pero para ella eso lo hacía ver sexy y peligroso.

–Ya le quitaste el encanto– comentó Alana malhumorada.

–Te bañé todos los días que estuviste en celo– comentó Duncan, sorprendido por el cambio de actitud de Alana.

–Sí, pero no me daba cuenta de que tú ganabas más que yo– dijo mientras se metía al baño y cerraba la puerta fuertemente. No le gustaba la actitud de Duncan.

Duncan soltó un fuerte suspiro, pero al mismo tiempo sonrió y se sobó su cuello, donde tenía la mordida de Alana, la cual lo hacía sentir poderoso. Él no era un hombre de detalles, pero quería hacerle un regalo a Alana.

Kai arrugó el ceño al ver cómo Athol se escabullía al territorio de los humanos. –Espero que no seas un idiota– pensó Kai con rabia al ver a su primo. A pesar de la situación y de cómo se llevaba con Duncan, y de que él era el traidor, sería un golpe fuerte para la manada.

un día, una noche y una boda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora