Capítulo 30

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Alana sonrió, pero tenía la mirada llena de desdén hacia la figura frente a ella. Bajó la mirada y detalló al lobo que tenía enfrente. Tenía la misma estatura que Duncan en su transformación, así como el color de su pelaje, lo que podría dar la impresión de que pertenecía a la manda del norte. Sin embargo, al mirar su esencia, notó que no era un cambiaformas. Dio unos pasos más hacia el río antes de hablar.

—Hueles a sangre —comentó Alana al terminar su evaluación, mientras miraba a su alrededor, buscando algún tipo de escape por si la situación se complicaba o había alguna emboscada.

—Eres una loba sensible —dijo el lobo, hablando con una voz distorsionada entre bestia y humano.

—Me encantaría probar tu sangre —continuó el lobo, y Alana vio cómo de su boca emanaba una gran cantidad de saliva, indicando lo atractivo que era para él probar su sangre.

—No puedo imaginar el dolor que tuviste que pasar para llegar a lo que eres ahora, humano —dijo Alana, viendo cómo del lobo salían dos esencias: una negra, que significaba odio y tortura, y otra blanca, que indicaba que aún quedaba algo de conciencia en él. A pesar de eso, predominaba su esencia de lobo.

—Soy un ser perfecto y el sacrificio por el cual pasé para estar aquí no es nada —comentó el lobo mostrando sus dientes—. Hemos buscado el ADN de los de tu clase y ha sido casi una misión fallida, pero contigo aquí todo cambia.

Alana abrió los ojos y bajó la cabeza un poco, pensando en las palabras dichas por aquel ser, si es que se le podía considerar llamarlo así ya que no pertenecía a ninguna especie. Miró sus patas y, a pesar de que tenían el aspecto de un lobo, tenían las uñas de un humano, lo que indicaba que aquella transformación o experimento no era tan perfecto como él indicaba.

—Mi esposo es un poco celoso y sé que te matará si me pones las manos encima —comentó Alana tranquilamente, pero al mismo tiempo puso su cuerpo en guardia. Sabía que el agua podría ponerla lenta o torpe, pero podría defenderse.

—Entonces tengo que hacerlo rápido, así sea en pedazos, pero llevaré una parte de ti conmigo —dijo el lobo para luego lanzarse sobre Alana. Ella esquivó rápidamente, pero debido a que estaba en el río y usaba un vestido rosado, el agua hizo que este se pegara a sus piernas, dificultando sus movimientos y haciéndola caer al agua.

—Maldición —dijo Alana al ver cómo caía en el agua, pero sabía que no tenía tiempo para quejarse de su torpeza. Miró al lobo que venía hacia ella furiosamente, lo cual hizo que se volteara rápidamente y, a pesar de que aún estaba sentada en la orilla, cuando el lobo se lanzó sobre ella, estiró sus piernas fuertemente, empujándolo desde el hocico y lanzándolo más lejos de ella.

Alana se puso de pie rápidamente al ver cómo su golpe funcionó y lanzó al lobo al otro extremo del río. A pesar de haber utilizado su fuerza, el lobo se levantó rápidamente y la miró con una sonrisa deslumbrante mientras la baba salía de su boca. Eso la hizo pensar que aquellos humanos no solo utilizaron la sangre de los lobos para ocasionar esa mutación, sino que la combinaron con otras sustancias. Un lobo normal habría necesitado al menos algunos segundos para recuperarse, pero este lobo no mostraba ningún daño.

—Sorprendida de que tu pata no hizo nada en mí — Alana sonrió con altivez al lobo al escuchar aquellas palabras.

—Solo quería saber la capacidad de combate que tienes —comentó luego Alana, al darse cuenta de que no saldría tan fácilmente de aquella situación.

—Disfrutaré quebrando cada hueso de tu cuerpo —dijo el lobo con arrogancia.

—¡Alana! —Alana volteó hacia atrás al escuchar el fuerte rugido de su nombre por Duncan. No pudo evitar sentir algo de alivio al ver que no estaba sola. Cuando miró nuevamente al frente, se dio cuenta de que el lobo ya no se encontraba allí.

un día, una noche y una boda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora