Alana reunió todas las fuerzas que le quedaban y se separó de Duncan, tomando su rostro con ambas manos para mirarlo directamente a los ojos. Sabía que este lobo era difícil de manejar, pero ella estaba encantada de darle una lección lenta hasta que se ablandara. -¿En qué momento pasó esto?- preguntó, dándose cuenta de que tenía las piernas enrolladas en las caderas de Duncan y este la tenía firmemente agarrada, lo que la llevó a moverse para que la soltara.
Duncan aún se sentía algo perdido por el beso de Alana, pero al ver cómo ella se movía, sabía que quería que la soltara. Aunque quería quedarse así con ella, sabía que iría en contra de todos sus planes, así que con mucho esfuerzo la soltó, aunque aún estaba sorprendido por la explosividad de Alana.
Una vez que sintió sus pies en el suelo, Alana miró duramente a Duncan y luego se acercó a su oído. -El día que estés conmigo, te dejaré seco- dijo. Duncan abrió los ojos y dio un paso atrás, sorprendido por las palabras de Alana, que contrastaban con su imagen de esposa dulce e inocente.
Alana se volteó con una sonrisa al ver la sorpresa de Duncan reflejada en su rostro. Prefería esa expresión a la de un lobo triste y solitario, pero había tomado una decisión y le daría una lección por lo que le hizo.
Laura observó atónita todo lo que sucedió frente a sus ojos y no podía creer cómo su Alfa no hizo nada cuando su compañera lo golpeó y luego lo besó con abandono. -Simplemente son tal para cual- susurró para sí misma.
Alana estaba realmente feliz; le encantaba sentir rabia. -Me encanta tener rabia- dijo mientras sonreía y caminaba por los alrededores.
-Señora- Alana dio un pequeño brinco al notar a Laura, que había salido de detrás de un árbol.
-Dios, Laura, me asustaste- comentó Alana después de una pequeña risa nerviosa, con una mano en su corazón.
Laura frunció el ceño; ambos eran lobos, así que debería haberla detectado con su olfato. Le resultaba difícil creer que su señora confiara tanto en su clan como para bajar tanto la guardia como lo demostró ahora, pero a pesar de eso, se sintió complacida de que ella confiara tanto en ellos.
-Sé que no es de mi incumbencia, pero ¿qué acaba de pasar allá?- dijo Laura señalando hacia donde se encontraba su Alfa.
-Estaba comprobando algo que me hizo conocer el sentimiento de la tristeza, el cual no me gustó mucho porque no pude comer cuando lo sentía, y por eso tengo hambre hoy- explicó Alana. Laura entrecerró los ojos intentando entender todo lo que decía su señora, pero le resultaba imposible. Observaba cómo Alana caminaba en pequeños círculos y movía sus manos mientras explicaba.
-Y cuando comprobé que lo que me dijo era mentira, sentí tanta rabia- continuó Alana, agitada y dando saltos. -Ese sentimiento me gustó porque me impulsó a ser más atrevida, además de querer golpear a Duncan por lo terco que es. Pero luego vi sus ojos y me dio tanta ternura que no pude resistirme a darle un beso-siguió Alana hablando rápidamente mientras expresaba cada una de sus emociones.
-Y eso fue todo- comentó Alana mirando a Laura con una sonrisa. Laura solo asintió, aunque su expresión denotaba que no entendía nada de lo que dijo Alana, pero no quería ofenderla, así que simplemente asintió.
-Por supuesto, ahora sí me queda claro-dijo Alana sonriendo ante las palabras de Laura. Sabía que ella la podía entender sin ningún problema, pero ahora tenía otro problema en mente: cómo tentaría a Duncan. Sabía que su cuerpo desnudo no causó tanto estrago en él como pensó, pero necesitaba algo más para hacerlo ceder.
-Laura, te puedo hacer una pregunta- comentó Alana después de unos minutos, lo que hizo que Laura la mirara con incertidumbre.
-Por supuesto- comentó Laura con algo de miedo.
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un día, una noche y una boda
WerewolfDuncan sabe que, como líder de la manada del norte, su deber está para su gente, así que ocasionar el desprecio y repudio de las mujeres por sus cicatrices, así como su tamaño, no le afectaba, ya que su apariencia lo mantiene alejado de los enemigos...