capítulo 24

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Laura miró a su señora y Luna de la manda y notó cómo, a pesar de la acción que hizo, esta tenía en su rostro una sonrisa y se notaba algo calmada, pero la asustó aún más, ya que recordó cómo los humanos hablan de un demonio llamado Arlequín, que es aquel que hace maldades mientras ríe, y era así como veía a su señora.

—¿Quién se cree que eres? —Alana espabilo y sonrió al ver cómo una loba de gran estatura y de cabellera negra, así como sus ojos, se alzó ante ella mostrando más su altura. Alana bajó la mirada e hizo un barrido por todo su cuerpo y notó que usaba un jean negro con una camisa roja ajustada a su cuerpo resaltando sus pechos.

—Ah, hola, mucho gusto, mi nombre es Alana Mackenzie. Como bien sabrán, ahora soy su señora y Luna —comentó Alana felizmente, evaluando la situación a su alrededor y por lo que notó, aquella loba dirigiría el lugar ya que veía la esencia sumisa de las demás y cómo estaban a la expectativa de ella. "Qué curioso", pensó.

—¿Y quién te da derecho a decir que eres nuestra señora? —comentó Vanessa al ver el comportamiento de aquella loba extranjera que, por su apariencia, se notaba que estaba acostumbrada a los lujos que le daba su padre, solo una mimada.

Alana sonrió y dio un paso hasta aquella loba—. Si el olor de Duncan en mí no te dice nada, está la mordida en mi hombro, donde él me reconoce como su compañera, por tal razón soy la Luna de la manada —comentó Alana, encogiéndose de hombros mientras sonreía de medio lado y miraba a cada una.

—Eso no quiere decir nada —gruñó Vanessa con odio.

—Al contrario, dice mucho. Estuve cuatro días en celo, follándome a tu Alfa —Alana caminó pausadamente como si estuviera analizando la situación—. Si para ti eso no significa nada, quiere decir que no reconoces a Duncan como tu Alfa, eso te hace una traidora o usurpadora.

Vanessa rugió y se encaminó hasta Alana—. No me gusta que me gruñan otras personas que no sean Duncan. —Laura abrió los ojos al ver cómo su señora tomó a Vanessa por la barbilla y la lanzó al frente, cuando esta se acercó a gruñirle, logrando hacer que cayera. Nunca había visto que otra loba pudiera con Vanessa y aquí estaba su señora, una mujer de estatura media, con aspecto tierno y delicado, y la derrumbó.

—Lo siento, el único que puede invadir mi espacio es Duncan —comentó Alana, apenada de que sus instintos dominaran sus acciones.

Vanessa escupió un poco y se levantó mientras echaba hacia atrás su gran cabellera lisa y negra—. Yo reconozco a mi Alfa, sé todo lo que él ha hecho para recuperar a su pueblo, pero a ti no te reconozco como su compañera o nuestra Luna —comentó Vanessa con rabia.

Alana bajó un poco su sonrisa y abrió los ojos, soltó un suspiro. Ella sabía que esto podía suceder. Se ganó el puesto al lado de su padre, así que era obvio que sucediera lo mismo en el clan de Duncan. Las personas siempre pensaban que ella era de constitución frágil, puede que sí, pero eso no la hacía débil o cobarde.

—¿Me estás retando? —preguntó al inclinar la cabeza y mirar a Vanessa.

—Esto es inadecuado, ella es nuestra Luna y tiene nuestro respeto. Si tanto valoras tu vida, te exijo que niegues eso —comentó Laura, mirando a las lobas.

—Tú no eres la hembra de Duncan ni llevas su marca, así que no puedes ser nuestra Luna —Laura se puso al frente de Alana para protegerla mientras mostraba sus dientes a Vanessa—. Tu mandato solo ha traído resentimiento y división entre las lobas.

—Todos sabemos lo que es un desafío de mandato, y es algo en lo que nadie puede intervenir —comentó Vanessa con malicia—. Hasta tú, Laura, sabes de eso —concluyó.

—Pero... —Alana tomó el brazo de Laura y le sonrió. Laura calló al ver la sonrisa de Alana, pero al mismo tiempo sentía el apretón de su brazo—. No te preocupes.

—Acepto tu desafío, ¿cuándo lo quieres? —dijo Alana tranquilamente, con una sonrisa.

Vanessa se enojó más al ver la actitud de Alana. Era como si se le burlara en la cara, así que caminó para intimidarla por su estatura—. En la próxima luna llena.

Alana asintió, sabiendo que esto pasaría en tres días—. Bueno, nos vemos en tres días —dijo, pasando la mirada por las demás lobas y viendo que algunas la miraban con odio y otras con asombro y cuidado.

Laura se sentía enojada por el desafío de Vanessa, ¿cómo se atrevía a denegar abiertamente a Alana con aquel desafío?—. Esto está mal, sabes que tu desafío demuestra que no estás de acuerdo con la decisión de nuestro Alfa —comentó Laura sin importarle que esto enojara a Alana.

—Cualquier mujer puede seducir a un hombre roto —Alana nunca había sentido aquella ira de querer matar a alguien más cuando escuchó aquellas palabras.

—Algo que he aprendido desde que llegué aquí es que cada quien ve y mide a las personas bajo sus experiencias. Es una lástima que a ti te toque estar con hombres con aquella personalidad, pero lo que me sorprende es que al decir eso, me da la intuición de que ni así de roto como dices tú, Duncan te prestó atención —Alana hizo una pausa—. Pobre perra.

Alana soltó una fuerte carcajada para luego quedar totalmente seria—. Te haré tragar cada una de aquellas palabras. Nos vemos en tres días —y con esto dio la vuelta y se fue. Laura vio cómo Alana se iba y la siguió, sabía que esto solo ocasionaría más divisiones en la manda. No era que desconfiara de Alana, pero ella no tenía ningún tipo de chance contra Vanessa.

—Confía —dijo Alana al ver cómo las emociones de Laura eran tan notorias.

—Pero, mi señora... —Laura calló al ver que Alana se detuvo.

—Para ti soy Alana —comentó Alana, sonriendo y mirando a Laura, la cual tenía el ceño fruncido—. Sé defenderme —comentó con una sonrisa.

—¿Le gustaría practicar conmigo? —comentó Laura a pesar de las palabras de Alana. Alana soltó un suspiro—. Está bien, si eso te tranquiliza.

Luego de aquel suceso, Alana entró nuevamente a la cabaña que compartía con Duncan. Quería hacer algo de comida para que él se sintiera a gusto, pero cuando se acercó a la mesa de la cocina vio un pequeño objeto que llamó su atención y lo que vio la sorprendió.

un día, una noche y una boda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora