capítulo 32

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Alana alzó la mirada para ver si había algún tipo de comportamiento diferente en Athol, pero este seguía caminando de un lugar a otro mientras un fuerte murmullo salía de su boca. De cierta manera, ese comportamiento le daba algo de gracia, ya que él siempre mostraba un aire de que todo lo sabía, pensó Alana con una sonrisa. Luego se sentó en un pequeño tronco que había visto. Una vez sentada, apoyó su barbilla en su mano y miró a Athol.

Athol tenía miles de pensamientos cuestionables en su mente, pero algo que no podía controlar era cómo su ser le debía las gracias a Alana, la compañera de su primo. Así que se volteó para mirarla directamente con los ojos bien abiertos, pero le sorprendió verla sentada con las manos sosteniendo su cabeza mientras lo observaba detenidamente. No podía negar que cuando ella lo miraba de esa forma, sentía como si le leyera la mente.

—Por más que odie esto, debo agradecerte por apoyarme hace algunos minutos —dijo Athol casi escupiendo las palabras, mientras un sabor desagradable quedaba en su boca. No era un lobo dado a dar las gracias, puesto que nadie le hacía favores, pero aquella hembra había demostrado más lealtad que los mismos lobos que entrenaron con él, y eso debía agradecer.

Alana bajó la mano y soltó un suspiro.

—¿Con que era eso? —susurró como respuesta a Athol—. Sé que no eres un traidor, solo tienes conflictos internos por no reconocer lo que te está pasando —dijo Alana, observando cómo la tensión de Athol se removía por sus palabras.

—¡Yo no tengo ningún tipo de conflictos! ¡Jamás tendré ese tipo de problemas, son para los lobos débiles! —exclamó Athol exaltado.

Alana se acomodó mejor en el tronco y miró a Athol con simplicidad.

—Se te olvida que soy sensitiva y, además, puedo ver lo que te pasa —se limitó a decir.

Athol abrió los ojos al pensar que otra persona supiera lo que le avergonzaba y lo que llevaba ocultando por días.

—No lo creo —dijo a la defensiva, pero sabía que las palabras de Alana eran ciertas. Ella era una loba del sur, lo que indicaba que tenía habilidades para entender el comportamiento y los sentimientos de otros lobos, pero se negaba a que lo leyera.

Alana se levantó y lo miró.

—Es algo natural por lo que estás pasando —comentó para calmar a Athol, ya que este se veía alterado.

Athol se pasó la mano por el cabello, haciendo que su peinado inmaculado se desordenara y su cabello negro mostrara un aspecto desaliñado.

—No entiendo cómo eso me pudo pasar a mí, ¡a mí que todo lo sé! ¡Que tengo el control de todas mis emociones! —comentó alterado mientras caminaba de un lado a otro.

Alana vio cómo Athol se parecía bastante a Duncan, a pesar de que estos dos no se llevaran tan bien.

—¿Por qué no le dices a Duncan lo que te está pasando? —comentó Alana, tratando de calmar el comportamiento de Athol, pero este se volteó como si ella hubiera dicho alguna blasfemia.

—¡¿Para qué se burle de mí?! ¡Jamás! —respondió exaltado.

—Así que prefieres que piense que estás haciendo algo en contra del clan —lo cortó Alana rápidamente, ya que le parecía tonto el comportamiento de Athol.

—Si él y los demás piensan así de mí, es porque realmente no me conocen. Entonces, ¿qué hago aquí? —contestó Athol con amargura.

—El clan estaba bajo ataque y Duncan es el líder de la manada. Su deber es asegurar el bienestar de todos y, si desconfía, lo hace por una razón. No se trata solo de ti, Athol —explicó Alana con cuidado—. Solo que has llevado un patrón descuidado con respecto a tus responsabilidades y no quieres dar una explicación del porqué. Dime, ¿quién no sospecharía de alguien que trata de esconder algo que él no considera importante, pero que cuida como tal?

Athol guardó silencio ante las palabras dichas por Alana.

—Nunca había cometido una falta en toda mi vida. Si me juzgan por esta, dime, ¿acaso no he demostrado lo leal que soy a mi clan? —comentó, abriéndose un poco a Alana.

—Nadie ha dicho que eres desleal, solo que no estás cumpliendo con tus obligaciones. Dime, ¿es mentira? Tu mente está concentrada en lo que te está pasando ahora —cuestionó Alana.

Athol desvió la mirada. Sabía que ni él mismo se entendía, y a pesar de que su clan estaba bajo ataque, no sentía que fuera importante comparado con lo que estaba sintiendo ahora.

—Quiero controlar y cambiar esto —dijo con reproche, ya que deseaba ser el antiguo Athol.

—Es como si quisieras controlar el mar —comentó Alana.

Athol caminó rápidamente hacia ella y acercó su rostro hasta pegar su nariz a la de Alana, mirándola a los ojos, para luego alejarse de la misma manera en que se acercó.

—Ya te diste cuenta —comentó Alana, sabiendo que Athol solo lo hizo para demostrar que sus palabras no eran ciertas, pero el resultado le decía lo contrario.

—Bueno, yo no quiero hablar de mí —Alana alzó los ojos al cielo al ver lo tercos que podían ser los machos del norte, especialmente con sus sentimientos.

—Me enteré por todo el clan que tienes un enfrentamiento con Vanessa —cambió rápidamente de tema Athol, ya que no quería dar más explicaciones sobre su comportamiento.

Alana abrió levemente la boca mientras negaba con la cabeza. No entendía cómo se llevaba mal con él y su primo, si eran tan iguales.

—Sí, en cuatro días.

—Esa perra es astuta —comentó Athol, consciente de que Vanessa quería aprovechar la situación a su favor en el enfrentamiento.

—Yo te entrenaré a partir de hoy. Igual ya no tengo ningún tipo de obligación —comentó con amargura, recordando cómo Duncan lo destituyó de su cargo.

Alana sonrió.

—No entiendo por qué todos quieren entrenarme. ¿Es que no confían en mis capacidades? Además, tu primo me va a entrenar —comentó Alana, cruzando los brazos sobre su pecho mientras hacía un leve puchero.

—¿Tú y él? ¡Ja! —dijo Athol, caminando en círculos—. Mínimo empezará y, con lo acosadora que eres, mínimo terminas follándote a mi primo.

Alana se llevó una mano al pecho—. ¿Pero por quién me tomas?

—En el clan, ya sabemos cómo eres —comentó Athol encogiéndose de hombros, lo que ocasionó incomodidad en Alana.

—Yo no soy así —dijo Alana a la defensiva.

—Sabes que es así, y es algo que no puedes negar. Pero en fin, quiero ver qué tan bien luchas. Tengo entendido que tu estilo de pelear es diferente al nuestro en muchos aspectos.

Alana torció los ojos ante el comentario de Athol, pero igual le prestó atención a lo que le estaba enseñando.

—Creo que sí.

—Nosotros nos transformamos —comenzó a decir Athol, pero antes de que Alana pudiera responder, sintió cómo un gran lobo se le lanzaba encima, haciéndola caer.

—¡Oye, no estaba lista! —Athol volvió a su forma humana y la miró desde arriba.

—Estamos en guerra, siempre debes estar alerta —dijo con simpleza—. Eres débil.

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⏰ Última actualización: Aug 16 ⏰

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