Cassio
Jadeando, me dejo caer en el charco de sangre a mis pies. La daga yace a unos pocos pasos de mí, empapada de sangre y deshonor.
Mi visión vacila, el dolor es tan agudo que ni siquiera la certeza de que he sobrevivido amortigua las punzadas intensas que me suben por cada extremidad. No me atrevo a levantar la mirada, sé que Vair está muerto en el suelo frente a mí.
Deseo que mis sombras lo cubran, que aparten lo que he hecho de mi vista. Este es el final, vine aquí buscando una batalla y su castigo era entregarme a la humanidad. Lo he asesinado, he roto el equilibrio. He arrebatado la esencia del primer Dios, mi hermano.
Espero que todo se derrumbe, que la existencia me arrebate de este templo y me castigue con furia. Para mí sorpresa, el silencio es ensordecedor.
Jadeando, con las manos en los muslos, me permito ver lo que he hecho. Mi nivel de asco podría compararse con mi dolor. Le he fallado a mis almas, a la humanidad y a mí mismo, me he dejado llevar.
Mi visión nublada se encuentra con un lugar vacío, un piso impoluto que no ha sido tocado por la sangre en la que me baño. Mis ojos recorren con desesperación donde debería estar mi hermano solo para encontrarme con un suelo vacío a excepción de la daga.
Desconcertado, me doy la vuelta solo para encontrar a mi alma con una expresión feroz en el rostro, sus labios fruncidos y un vestido púrpura bañado de sangre. Mi sangre.
Arrodillado, la conciencia me llena de una manera desgarradora. Sus manos manchadas de sangre son la prueba, la leve inclinación en su cabeza y la manera en la que me mira; como si debería haberlo sabido.
Acuna mi rostro, de pie frente a mí y me duele lo hermosa que es. Me enfurece su suave piel morena, la corona de flores en su cabeza y los rizos púrpuras que mis sombras acarician. La traición es amarga pero el saber que es ella lo hace todo mucho más profundo.
—Así es como acaban las cosas, Dios de las almas.
†††
Abro los ojos de golpe, mi mirada se eleva para encontrarse con los libros de las almas. Los hilos de la magia se entrelazan entre ellos por todo el espacio, el aire cargado del olor dulce de mis almas. Eventualmente, estos libros desaparecerán con esta vida para dar paso a la siguiente, donde se escribirá un nuevo libro.Mis ojos se dirigen desde el librero hasta la puerta que me separa del hilo más fuerte en la habitación. Mi propia alma yace dormida en la gran cama de mi habitación y evito pensar tanto en ello que me levanto de golpe para buscar algo más que hacer.
Una vez más, el sueño me ha arrastrado hasta una nueva visión. Suelen ser sobre mí enfrentamiento con Vair, acabando siempre de una forma diferente. A veces gano y aplico mi castigo por derecho, otras veces pierdo y las almas se desvanecen de mis manos. Esta vez, la pequeña mujer morena de la que pretendo deshacerme es quién termina con todo esto.
Temo que este sea el verdadero final. Para un Dios, las visiones son algo reservado para seres humanos que han sido bendecidos con la magia de Vair y por lo tanto se consideran sagrados. Nosotros, sin embargo, no necesitamos ver probabilidades del futuro cuando controlamos la magia en sí misma. Por lo tanto, este hecho es algo nunca antes visto.
Ninguno de mis hermanos tiene idea de cómo terminar con esto y el mismo Dios de la magia es lo suficientemente inteligente como para saber qué estoy moviendo las piezas para derrotarlo. Cada vez que sucumbo al sueño, las visiones son repetitivas y tiran dolorosamente de la esencia de mi magia. Cada una de ellas me consume por lo que las evito como una peste.
Me froto la barbilla, con los hombros hundidos. Llevo cargando esto durante meses y estoy agotado. Durante todos mis años como Dios nunca había sentido tanto cansancio y responsabilidad a la vez, el sueño me impide pensar correctamente y controlar a las almas, planos espirituales y los movimientos de Vair a la vez.
Sí para el descenso divino no estoy listo para enfrentarme a mi hermano lo perderé todo y es la realización más atemorizante para un Dios. Si no ejecuto cada movimiento con precisión habré perdido y debo admitir que mis posibilidades de sobrevivir a todo son en el mejor de los casos mínimas.
Y la pequeña y terca mujer en la cama al otro lado de la puerta es todo lo que necesitaba para perder por completo la concentración. Es exasperante la manera en la que este vínculo me empuja a estar cerca. Incluso ahora es una necesidad entrar y asegurarme que está bien, que sus heridas se están sanando y que puedo arreglar cada uno de sus males.
Cada pensamiento sobre ella me impulsa a conseguir cómo romper este vínculo. Para los dioses esto es algo imposible, los humanos nos fueron dados para asegurarle a la existencia que estando atados a ellos no seríamos capaces de dañarlos.
Cuando Vair e Ilias casi destruyen la tierra en su pelea, mucho antes de que los demás fuésemos creados, la existencia estaba furiosa. Las alas de su segundo hijo fueron arrancadas y se le envió a un plano espiritual al que solo él podía acceder, el equilibrio estuvo a punto de romperse. Sin embargo, Vair desenterró lo que se convertiría en un ser humano y con ello negoció la paz con nuestra creadora.
Debo romper este vínculo porque en este momento, donde ni Vair ni yo hemos declarado la guerra pero ambos sabemos lo que se avecina, estamos buscando fisuras para tomar ventaja. Esa mujer, hermosa y de cabello púrpura es el equivalente a mi derrota.
Es una humana, su creación y va a manipularme a través de ella. Él hará con ella lo que necesite para ganar, es lo que yo haría y por lo tanto debo terminar esto antes de que lo sepa. Debe haber una manera de romperlo sin causar daños y voy a encontrarla.
La existencia no se sorprenderá de esto, ambos sabemos lo que pretendo hacer y por mucho que las almas amenazan con romper el equilibrio, modificar parte de la esencia de Vair podría acabar con toda su creación. Así como las sombras son una extensión de mi, los humanos son parte de él y cambiarlos atentaría con su magia.
No hacerlo, por otro lado, atentaría contra la mía porque con almas pudriéndose, solo es cuestión de tiempo para que no existan en lo absoluto y fui creado para servirles después de la muerte. Sí tengo que elegir entre la posibilidad de cambiar a Vair y ganar o no hacer nada y esperar mi final, es fácil saber que voy a ganar por todos los medios.
Agotado de mis escasas posibilidades de sobrevivir, me muevo hacia las escaleras que me llevan a la sala del trono. Tengo que romper mi vínculo, ganarle a Vair y modificar cuidadosamente las almas para que la esencia de ninguno de los dos se rompa y destrocemos el equilibrio.
Esto sería más fácil si ambos trabajáramos para ayudar a las almas y a los dos en el proceso pero mi hermano parece aferrado a no tocar la magia que compone a los humanos por miedo a que termine destrozando lo único que lo salvó. Lo comprendería si no estuviera en peligro absolutamente todo.
Me dejo caer sobre el trono con los ojos tan desenfocados como mi mente, pensar todo el tiempo en esto me va a destruir antes de que todo lo demás tenga oportunidad de hacerlo. Me quito los guantes y vuelvo a colocar los anillos en mis manos desnudas. Me saco la armadura y la dejo caer en el suelo mientras me tiro del cabello con las manos.
—Mi Dios.
Elevo la mirada hacia Athla, que se deja caer frente a mí trono. El espíritu de los castigos es tan delicado como un alma, pero su contraparte es una figura retorcida que atormenta a los injustos. Sus delicadas alas de cristal se mueven cuando dirige sus ojos a los míos.
—Traigo la información que me pidió.
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El alma de un Dios
FantasyLa muerte no es el final; él lo es. Entonces, cuando lo encuentro, sé que todo acabó. Portada por: @OmiBilre (siguela en Wattpad y en Instagram para ver más de sus obras y arte)