Atenas
Despierto en un mar de sangre y flores. Mi cabello se arrastra por las almohadas llenas de carmesí y el vestido negro que Cassio ha traído para mi se siente húmedo. Respiro un poco sobre las flores marchitas a mi alrededor y me quedo un segundo observando el techo.Como muchas otras cosas, no tengo idea de lo que pasa. Cuando no estoy sumida en un sueño inquieto, estoy despierta entre visiones. Puedo estar viendo dos realidades a la vez y es difícil saber cuál es real. No tengo una explicación, como siempre.
Si al principio mi nacimiento fué una bendición, me convertí rápido en el mayor problema del templo. Mi madre fué una de las sacerdotisas más obedientes, devota a la causa. Predijo a cada soldado y servidor de Vair que se puso en su camino.
Todas las mujeres antes de mi llenaron de felicidad a quienes las encerraban y según los diarios, ninguna experimentó lo mismo que yo. Soy incapaz de predecir felicidad, no controlo las visiones y soy caótica. Experimento la muerte desde el cuerpo de las personas y desencadeno futuros atroces cuanto más toco. Muchos se suicidaron después de ver su futuro a través de mí.
No puedo mentir y decir que no lo disfruté. Aún cuando me acusaban de manipular las visiones, absorbi con satisfacción todas sus muecas, cada pequeño movimiento de terror. Cuando abrían los ojos para mirarme a la cara, no había más que miedo. Fué todo lo que necesitaba.
Me golpearon, me mataron de hambre, me torturaron y me criaron para satisfacer. No tuvieron respeto por ninguna sacerdotisa. Entonces, supongo que yo fui la manera en la que la existencia equilibró las cosas.
Parpadeo hasta que las visiones dejan paso a la claridad y me levanto para salir de aquí. Este lugar es increíble, una sencilla cabaña con puntos específicos que limitan con planos mágicos como la sala de trono. Aún con todo eso, la tierra de las almas es un lugar inexplorado por los vivos.
Sospecho que Cassio ha hecho algo con su magia, mis heridas han sanado y las más graves se han reducido a cortes molestos pero fáciles de llevar. Mi tobillo, el más doloroso, está como si nunca hubiera corrido por un bosque para salvarme de un dios y terminar directamente en los brazos de otro.
Mis pies descalzos se deslizan por el suelo de madera, la falda de mi vestido negro ondea entre mis piernas antes de asentarse. Es algo hermoso, la tela es suave y está cosida de una forma que me hace pensar en los vestidos hechos a mano de mi madre, lo único que pude tener alguna vez de ella. El busto y las mangas son de encaje, la falda es suelta hasta los tobillos, con pequeñas flores de plata cosidas por toda la tela hasta el final.
Me deleito con algo tan bonito en todo mi camino hacia la puerta. Mis ropas siempre eran blancas, al igual que mis capas. El único color en la habitación era mi cabello púrpura, que se recogía y se adornaba con accesorios blancos o dorados.
Juego con un puñado de tela negra mientras me detengo frente a la puerta de salida. La observo con el corazón acelerado, como si estuviera a punto de escapar. Se que no es así, por supuesto, no tengo como huir de este vínculo.
Presiono mi palma contra la fría madera y empujo. Recibo con una sonrisa la fría brisa que entra, la naturaleza es de las cosas que nunca tuve lo suficiente y que disfruto.
El sol de este lugar está en lo alto, el cielo de un tono raro de azul. El bosque es inmenso y de colores extraordinarios. Cuando mis pies tocan la hierba, no hay nada más que suavidad. Este lugar fué hecho para el disfrute de las almas, para que sanaran antes de partir a su nueva vida. Es reconfortante.
Me imagino sentada en medio de los árboles, con la brisa llevando mi cabello y el sonido de la vida en este lugar. Me imagino en paz y es suficiente para imaginarme toda una eternidad sanando aquí.
—Atenas.
Abro los ojos, que no sé en qué momento cerré, y observo a Cassio frente a mí. Su cabello está fuera de lugar, la armadura un poco torcida y tiene una sonrisa satisfecha en los labios. Aclara su garganta y empieza a arreglarse un poco. Por último, toma la cadena en su cuello y la hace rodar entre los dedos sin anillos antes de volver a mirarme a los ojos.
—¿Y tus anillos? —pregunto, avanzando de forma inevitable hacia él.
—No quería lavar la sangre de ellos —explica sin más.
Lo observo, no parece querer dar más explicaciones. Lo que sea que haya estado haciendo, no tiene ninguna consecuencia visible.
—¿Qué hacías afuera? —cuestiona después de un largo silencio.
—No quería estar más adentro.
Nos miramos en silencio una vez más, ambos con los ojos entrecerrados hacia el otro. Cassio presiona los labios, como si fuese ridículo. Suelta un suspiro mientras da la vuelta, esperando que lo siga.
—Hablé con Tanaias —dice sin detenerse.
Decido seguirlo, Tanaias es sin dudas uno de los enigmas más grandes de la humanidad. Hijo de una diosa, bendecido, un capitán. Se dice que no hubo humano que pudiera ganarle en batalla y que se enfrentó a los mismos dioses por su libertad. Abandonó embarazada a la princesa Daimi cuando tenía que protegerla de un destino cruel a manos del enemigo. Sin dudas un hombre con historia.
—Él buscará a Destino. —me informa Cassio.
—¿Y los demás dioses? —susurro la pregunta, tratando de seguir su paso.
—Galilea estará con Destino, Mirilia es la diosa de la guerra y protege a las mujeres con ferocidad. —Hace una pausa para mirarme de reojo —. Astor es el más difícil.
—Por su alma. —suelto.
Cassio gira un poco para verme a los ojos antes de asentir en silencio y seguir el paso. Nos lleva a través del bosque por un camino apenas perceptible. No decimos unas palabras mientras lidera el camino. El único otro Dios con un alma humana que puede ser usada por Vair, el Dios de la abundancia. Él no va a arriesgar su vínculo por nosotros, lo sé incluso sin ver el futuro.
Incluso si todos los dioses se unieran contra Vair, sé que aunque Cassio tenga esperanza en esto, el resultado no va a cambiar. Podría decirle muchas cosas, pero solo sé cómo acabo yo. Puede que Cassio salve a la humanidad y eso es mucho más importante que mis dudas. Es mucho más importante que cosas que ya no importan.
Decido hacer lo único que puedo; ayudar a Cassio. Este es el propósito que elijo, porque quiero de manera genuina que Cassio triunfe en su propósito. Observo su espalda, la tensión en su cuerpo, la responsabilidad que se ha puesto sobre sí mismo y el hilo mágico que nos une, no puedo evitar pensar que esto es pertenencia. No hacía él sino hacia algo donde soy crucial.
Este descenso será la caída de los Dioses y ni siquiera Vair puede detener lo inevitablemente. No puedo predecir cada suceso con exactitud, pero lo siento en cada movimiento, en cada visión.
Alzo la mirada justo en el instante en que nos abrimos paso en un pequeño pueblo. Cassio se hace a un lado para que pueda ver a las almas merodear por el lugar. Algunas están frente a pequeñas casitas, sembrando flores y otras simplemente se sientan en el pasto a tejer.
Todo es una explosión de color, hay plantas, hierbas en pequeños botes de coloridas cerámica y centenas de telas. Todas las almas parecen tranquilas y felices, algunas yace de espaldas, simplemente admirando el cielo.
—Esto es hermoso.
Siento que pasa mucho tiempo antes de poder apartar la vista. Tengo los ojos húmedos y sé que Cassio lo ve cuando nuestras miradas se encuentran. Sus ojos son de un gris muy pálido, sus sombras están tranquilas y él parece en paz por primera vez en mucho tiempo.
—Si, Atenas, esto es hermoso —dice sin apartar su mirada de la mía.
†††
Nota de autora: Creí que el último capítulo del año necesitaba ser tranquilo, entre comillas. Gracias a cada persona que se tomó el tiempo de leer y si lees esto mucho después de la publicación, gracias de todas formas.
Feliz año nuevo, por otro años más escribiendo sobre tragedias divinas y fantasía. Por otro año más leyendo.
Gracias a OmiBiIre por su propio regalo de navidad. La portada es hermosa, Cassio es demasiado bello.
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El alma de un Dios
FantasyLa muerte no es el final; él lo es. Entonces, cuando lo encuentro, sé que todo acabó. Portada por: @OmiBilre (siguela en Wattpad y en Instagram para ver más de sus obras y arte)