Atenas
A través de la bruma del sueño, logro escuchar los pasos apresurados y posteriormente el azote de una puerta. Cabeceo, con la vista nublada y estoy tan desorientada que no alcanzo a verlo hasta que es muy tarde.Cassio me levanta en un movimiento rápido, su acción pretende ser sin cuidado pero me rodea las piernas y me aplasta contra su pecho evitando mis partes más heridas. Gruñe lo que parece una maldición cuando me sacudo en sus brazos.
—O te quedas quieta o te ataré de manos y pies, no será fácil escapar así —susurra con voz tensa.
¿Escapar?
Mi mirada se encuentra con la suya, su barbilla clavada en el pecho para poder mirarme. Sus ojos son profundos y llenos de ira, una ira divina. Tiene el cabello despeinado y está sin armadura. Su pecho está caliente bajo la fina tela de su camisa y sus manos están descubiertas contra la piel tibia de mis muslos.
Siento una leve punzada en el corazón cuando observo su aspecto descuidado, su ligera cadena golpeando mis labios en cada movimiento. Cassio me mira y parece querer estrangularme de la misma manera en la que quiere poseerme.
No he visto nunca nada tan peligroso.
Su cabeza baja aún más, su nariz roza la mía. Escucho el latido feroz en mi pecho y me pregunto si es miedo. Visualizo el hilo que se enreda entre nosotros, lo siento tirar con brutalidad y cuando nuestros alientos se mezclan y sus labios están sobre los míos sonríe. Una sonrisa malévola.
—Me pregunto si él está más que satisfecho con esto —susurra.
—¿Quién?
Me late el corazón en la garganta y ahora sé con certeza que es de miedo puro. Cassio ladea la cabeza.
—Vair, por supuesto. —Aparta la mirada, siguiendo hasta las escaleras que dan a la sala del trono — Eres todo lo que necesitaba.
Una vez frente al trono, se arrodilla y me deja caer en el suelo. Aunque su agarre es suave, sus facciones están talladas en piedra. La ira destella como una flecha hacia mí, una ira fría que se mueve sobre nuestro hilo.
Lo observo mientras se sienta en el trono, sus manos desnudas excepto por los anillos aferradas a los bordes irregulares. Tiene una apariencia desdeñosa, un mechón negro le cae sobre la frente y la camisa se le arruga, con la tela en su cuello torcido. Puedo ver sus muñecas, las sombras que las rodean y las pequeñas marcas bajo sus ojos, puedo ver lo mucho que lucha cuando me mira desde arriba.
—Bienvenida a tú juicio, Atenas de Vair.
El aire se me escapa, retrocedo de rodillas con la mirada puesta en Cassio. Mis manos aterrizan en el frío suelo y mi mente empieza a registrar las posibilidades de mi huida.
—De pies y manos, Atenas —dice, inclinándose en el trono — Te ataré como a nadie antes.
Me congelo en el suelo, con mis ojos clavados en los suyos. Su respiración es nivelada, está en total control. O pensaría eso sí la magia en la habitación no me asfixiara y las sombras no se escurrieran por mis hombros hasta mi cuello.
—Su sacerdotisa. —escupe — Su linda y fiel seguidora, ¿Lograste ver qué te atarias a mi y se lo dijiste? —Sonríe con sarcasmo —. Dime una cosa, ¿Qué tan rápido corriste a sus pies?
Exhalo, mis piernas tiemblan cuando me levanto. Sus sombras abarcan mi cuello y parte de mis mejillas. Nos miramos a los ojos cuando quedo frente a él. Aún cuando nuestra altura es parecida con él sentado, su cuerpo abarca de manera imponente todo el trono.
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El alma de un Dios
FantasiaLa muerte no es el final; él lo es. Entonces, cuando lo encuentro, sé que todo acabó. Portada por: @OmiBilre (siguela en Wattpad y en Instagram para ver más de sus obras y arte)