Capítulo veinticuatro

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Saili


Ella es hermosa.

Sus ojos son de un ámbar profundo y su cabello púrpura rizado enmarca un rostro de facciones delicadas y atractivas. Me tomo el atrevimiento de deambular más cerca, sus sueños parecen fragmentados hoy.

Atenas, la última sacerdotisa.

Sus mangas están recogidas mientras se inclina en el inmenso jardín del que será el templo de Vair. Debería estar en mi realidad, décadas atrás. Sin embargo, he encontrado reconfortante calmar sus sueños de vez en cuando.

Parece tranquila, con las facciones relajadas y las comisuras de los labios inclinadas hacia arriba. Más tarde, cuando despierte, ella no recordará este buen sueño. Me parece una criatura fascinante, agonizante en un mundo al que no pertenece.

Entrar en una mente inconsiste que está destinada a existir cuando tú no puede ser confuso, aunque te brinda perspectiva. Ella es el último vestigio de mi esencia, la unificación del equilibrio. El final de cada decisión que los Dioses han tomado.

Tal deber yace en unas manos muy pequeñas. Me preocupa. Si pudiera, cambiaría el futuro, pero al parecer mis opciones son precarias en el mejor de los casos.

Soy yo o Ilias. Alguno de los dos tiene que dejar de existir. Si es mi hermano el que encuentra el final, no hay esperanza de que los demás vivan. La esencia de Ilias es tan poderosa que no podría ser controlada. La mía, por otro lado, tiene un mejor destino.

El futuro es incierto y solo me queda esperar que esta mujer sea lo que está destinada a ser. Confiar en la existencia es difícil, sobre todo cuando parece desordenada en sus planes.

Mis dedos se deslizan suavemente sobre su hombro y absorbo destellos de su vida como si fuese mía. Su línea de origen se remonta al primer humano, una criatura frágil y sin alma que dió a luz hijos con la misma condición. El Dios de las almas nunca sabrá que Vair ocultó una línea de seres sin alma que portaban más de mi esencia al ser su fuente de vida.

Es interesante hasta cierto punto. Los motivos que llevaron a mi hermano a traicionarme, a tejer redes de manipulación y mentiras por tantos años que pudieron haber quedado en el olvido. Su único obstáculo fué dejar a Ilias y atarlo con mi propia esencia a un plano espiritual sin escape, lo que lo motivó a escabullirse en la mente.

Ilias luchará por mi hasta el final de sus días, así como yo velaré por su futuro hasta el final de los míos. Vair puede pensar que sus planes son perfectos, pero los Dioses somos eternos solo si estamos en algún plano físicamente. Una esencia sin Dios es la destrucción, no importa cuánto lo retrase. Sé que ese hecho lo atormentará hasta el día de su final.

Acaricio la mejilla de Atenas, que toma flores en sus manos. La esperanza de todos, la mujer que romperá las leyes de la existencia. Aunque para entonces no estaré allí, espero que logre su cometido. Por mi, por Ilias y por si misma.

El Dios de las almas y ella tendrán un futuro interesante.

Me despido, desvaneciendome en su mente hasta ubicarme en una tierra vacía. Mis ojos se abren a un cielo lleno de estrellas. Ilias no me cree, pero serán muy importantes en el futuro para los humanos.

—Estás aquí —dice a mi lado.

Giro la cabeza para verlo, sus ropas llenas de arena. En este mundo desierto, no hay más que hacer que conversar. En un futuro, mis hermanos llenarán de vida este espacio y los humanos vivirán aquí. Quizás la intención de la existencia fué que este lugar fuese nuestro y Vair cambió el mundo y se los dió a la creación que hizo a partir de mi.

O quizás la intención siempre fué crear a la humanidad.

De cualquier forma, el futuro solo es el resultado de nuestras decisiones actuales. Espero que mis decisiones dejen una vida brillante.

—¿Puedes prometerme algo, Lias? —pregunto, apartandome el cabello dorado del rostro.

Él asiente, tan inexpresivo como siempre.

—No me olvides.

Sus ojos se estrechan y se arrodilla a mi lado con preocupación. Ladeo la cabeza con una gran sonrisa.

—Deberías saber que las pesadillas no lo son todo —le digo.

—Por supuesto, si lo fueran no estarías aquí.

Con ternura, mis dedos apartan su largo cabello y lo observo. Mi pequeño hermano, que alberga un poder inmenso. El rey de los dioses por derecho, será despojado de todo eso muy pronto. Al compartir esencia, si uno es herido la magia de ambos se tambalea.

Hay dos posibles futuros ante mi. Ilias gana la batalla, la tierra se divide en dos y el equilibrio se rompe cuando asesine a Vair. O este último me asesina a mi, toma mi esencia para engañar al equilibrio y con ella misma encierra a Ilias en su peor pesadilla.

La segunda nos salvará a todos pero hará sufrir a Ilias por décadas. La alternativa es que no exista más y no puedo imaginar una vida donde Ilias no esté, aún si yo no estoy con él.

—¿Me vas a decir que viste? —pregunta.

—Te veo muchos años en el futuro, con una corona muy fea en la cabeza.

Ilias solo se ríe, sin creerme.

Lo cierto es que cuando Vair caiga en la tierra y se de cuenta de que para ser el Dios de la magia debe robarla de mi hermano, pedirá una batalla y como premio el poder de Ilias. La pelea será tan brutal que sacudirá la tierra y uno de los dos morirá, llevándonos a todos a la desgracia.

Antes del golpe de gracia de alguno, la daga debe acabar en mi pecho. La magia de Ilias se cortará para preservar la mía, lo que hará que Vair aproveche y corte sus alas para tomar el poder y desterrarlo. Vair sabe que si nuestra esencia se desvanece peligra su futura posición, por lo que hará lo que sea para guardar la mía.

Y en ese camino del futuro, dónde se desarrolla la vida de aquella mujer llamada Atenas, está la solución de las decisiones de un Dios egoísta. En el final de ese futuro, las cosas son como estaban destinadas a ser.

En ese futuro, Ilias desatará la batalla que lo llevará al poder.

Junto a Cassio y Atenas.

†††

Nota de autora: explicar el porqué de las acciones de los Dioses es bastante complicado, a veces no hay más motivos que la ambición. Saili es un personaje en paz consigo mismo, que acepta y sabe lo que tiene que hacer por un mejor futuro.

Espero que estés entendiendo la historia y que te guste tanto como me gusta a mí escribirla.

Quiero agradecerte por tomarte el tiempo de leerme, significa mucho para mí.

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