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彡.。🎀 capitulo diecisiete: El dolor de una perdida.
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KUGISAKI NOBARA, con su distintiva cabellera castaña de un tono profundo y rico, emerge de la ducha con mechones cortos que caen de manera natural alrededor de su rostro con marcas de la anterior pelea. Las gotas de agua se aferran delicadamente a su pelo, creando un sutil brillo. Su piel, aún ligeramente húmeda, refleja la luz de la habitación, resaltando su tez saludable.
Un leve quejido escapa de sus labios al sentir la herida de su abdomen siendo rozada por la tela, Shoko había curado mayormente sus heridas, pero aún dolía levemente.
Viste una toalla envuelta de forma elegante, revelando su silueta atlética y femenina. Cada paso que da es firme y seguro, dejando pequeñas huellas de agua en el suelo.
Abre de par en par el armario, tomando su característico uniforme con rapidez. De pronto, sin notarlo, un par de lentes caen al suelo y solo lo nota cuando accidentalmente pisa uno de ellos, rompiéndolo.
▬▬Ay, ¿Qué rayos...?▬▬se vuelve en una mueca de dolor, pero al notar estos se agacha lentamente para tomar este que se encuentra roto.
Sus pestañas temblaron al recordar cómo los había conseguido...
La albina, con su piel pálida como la porcelana, destaca en la luminosidad de la calle soleada. Su cabello, de un blanco resplandeciente, cae en suaves ondas hasta las puntas rojizas. Los ojos rojos intensos, como rubíes brillantes, resaltan en su rostro, y la luz del sol les confiere una profundidad casi mística.
Mientras camina junto a Nobara, Itadori y Megumi, la albina coloca su mano delicada en su frente, creando una sombra improvisada para proteger sus ojos sensibles de los rayos del sol. A pesar de la leve incomodidad, su expresión refleja serenidad, y sus pasos seguros.
▬▬¡Ohh, Ohh, miren eso!▬▬Itadori toma de las manos a la albina, obligándola a caminar frente a una vidriera y que los demás frenarán su paso.
