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彡.。🌹 capitulo cinco: acto dos; Efrentémonos.
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ENTRE LOS DEDOS ESBELTOS DE LA MUJER, un ballet de movimientos sutiles daba vida a la escena.
El humo, en un elegante vaivén, ascendía desde la taza, entrelazándose con el aire y envolviendo la habitación en un halo de calidez. Con una precisión casi ceremoniosa, alzó la taza, degustando el contenido con una tranquilidad que contrastaba con la agitación subyacente en el ambiente.
Una risa ligera brotó de sus labios, suave como el murmullo de un arroyo, mientras dirigía su atención a la mujer frente a ella. A su alrededor, los niños, despreocupados y animados, llenaban el lugar con un bullicio que apenas arañaba la superficie de su serenidad.
Sin embargo, entre ellos, una joven de cabellos dorados destacaba como una nota discordante, su mirada inquieta vagando con urgencia en busca de alguien entre la multitud.
El clan Seishoku era un tapiz vibrante de familias unidas por un apellido venerado que compartían, aunque en diversos grados, la sangre de la ancestral línea Ameritia. Para muchos, ese linaje era motivo de orgullo; para otros, una maldición que colgaba como una espada sobre sus cabezas. Mientras las ramas más distantes del árbol genealógico vivían libres del peso de la herencia, la línea principal cargaba con el oscuro legado de su sangre: una maldición que no perdonaba a nadie, condenando incluso a los más inocentes con cada nuevo nacimiento.
En el susurro de las conversaciones, la condena de una niña se tejía como un veneno dulce.
▬▬Yo lo digo claro, esa niña jamás debió nacer. Hasta su propio padre se hartó de ella y la dejó aquí ▬▬comentó una mujer con voz firme, sus ojos destilando juicio.
▬▬Lo sé, el señor Gojo fue demasiado bondadoso soportándola tanto tiempo ▬▬respondió otra, con una ligera inclinación de cabeza que daba peso a su opinión.
