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彡.。🎀 capitulo trece: Ella es débil.
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PUREZA.
Eso era lo que representaba Hikari Seishoku para Satoru Gojo.
Nada era comparable a su belleza y fortaleza. La hacia sumamente pura de corazón y alma.
El insaciable sonido de los pasos de las personas, el humo de las pipas esparciendose por su camino, el velo cuidadosamente colocado sobre su cabello rojizo y ondulado, el kimono impecablemente colocado sobre su cuerpo color bordó. Todo eso representaba lo que Hikari era. Una mujer perfecta, presencia etérea, casi vista como una Santa. Todas las mujeres de la rama principal lo eran, pero ella destacaba demasiado.
La cuestión era, que ella no tenía esa pureza que caracteriza a las santas.
El clan Seishoku mantenía una alta devoción hacia su fundadora, a pesar de no demostrarlo fuera de sus puertas. Su creencia hacia Ameritia era inexplicable, pero seguían sus pasos ya que ella fundó al propio clan al comienzo de todo el desastre entre las maldiciones y los chamanes, le rendían tributo como si de una santa fuera hasta que el clan deje de existir.
En el clan se cuenta que Ekisu Ameritia fue una de las principales concubinas del Rey de las maldiciones y una de las hermanas de la segunda concubina, Ekisu Hebi. Ameritia era simplemente hermosa, cabello resplandeciente y plateado, ojos dorados cuál angel afirmado en la biblia y una sonrisa que derretiría a más de un hombre, su actitud tierna y amable era una de sus cualidades y por lo que Sukuna la mantenía a su derecha. Porque ella era inocente y él podría hacer lo que quisiera con ella. No era de este mundo y era comprensible sabiendo que era ella en realidad.
Hebi era todo lo contrario, cabello rojo como el fuego intenso, ojos rojos intensos como la sangre pura de un niño, burbujeando sobre una copa de cristal. Su sonrisa era macabra y su inteligencia era superior a la de sus hermanas, pero se volvía tonta si de su amo se tratara. Su actitud burlona, seductora y arrogante, no le convenían en su momento al Rey de las maldiciones y no le sacaba el sueño. En cambio Ameritia era más entretenida por su belleza desorbitante y lo estúpida que era en todo, camuflado todo en una sonrisa tierna y torpe.