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彡.。🌹 capitulo tres: acto dos; La muerte siempre persigue a los inocentes.
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CON SU PORTE CARACTERÍSTICO, Satoru Gojo avanzaba con una elegancia sin esfuerzo hacia el imponente interior del clan Seishoku. Cada paso que daba resonaba con la seguridad de quien conoce su propio poder. Su figura alta y esbelta se destacaba entre la entrada del clan, eclipsando momentáneamente el juego de los niños que, con risas y alboroto, llenaban el espacio con su vitalidad.
El aura magnética de Gojo envolvía el entorno, mientras su cabello blanco, como una corona distintiva, ondeaba con gracia con cada movimiento. El uniforme de hechicero que llevaba acentuaba su presencia imponente, pero no restaba nada a la facilidad con la que se desplazaba.
Los niños, en su juego despreocupado, levantaban la mirada al percibir la entrada de Satoru. Algunos detenían momentáneamente sus risas, como si la presencia del hechicero legendario capturara incluso su atención juvenil.
La frialdad que Satoru Gojo mantenía hacia su hija, Ikari, era palpable como un viento helado que se desliza a través del tiempo marcado por heridas no cicatrizadas. Un rencor profundo, como un torrente subterráneo, fluía en las sombras de su corazón, alimentado por los dolorosos recuerdos de la pérdida de Hikari.
Sin embargo, en los últimos tiempos, un cambio sutil, casi imperceptible, empezaba a teñir la helada superficie de sus sentimientos. La implacable frialdad no se desvanecía, pero una sombra de culpabilidad se insinuaba en los bordes de su ser. No estaba dispuesto a admitirlo en voz alta, pero la presencia de Ikari comenzaba a hacerle sentir un peso incómodo.
Ikari era su hija, una conexión sanguínea que no podía ignorarse por completo. Aunque el rencor persistía como un testigo silencioso de los errores pasados, un atisbo de dolor se infiltraba en su alma cada vez que notaba la frialdad de Ikari hacia él. El corazón que creía vacío y sellado se estremecía ligeramente ante la realidad de que, de alguna manera, anhelaba el calor de esa conexión familiar que había dado por perdida.
