Risa.

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—¿Falta mucho? —Preguntó Chuya con impaciencia, clavándose las uñas en la piel. Deseaba que todo acabara pronto, pero parecía que su pareja disfrutaba su sufrimiento, pues se estaba tomando su tiempo.

—Espera... —Dazai alargó la vocal al final, mientras terminaba con los detalles— ¡Listo! ¿Qué opinas de tu cambio de imagen?

—Es... —Chuya se tuvo que tragar sus verdaderos pensamientos mientras se miraba en el espejo. No le molestaban los accesorios en el cabello, pues cuando era más joven Kouyou lo había acostumbrado a ellos, pero lo que le había hecho Dazai en el cabello... Ni siquiera podía llamar a eso peinado. Sin embargo, el castaño no estaba en posición de escucharlo quejarse, por lo que se tragó su orgullo y mintió—. Es maravilloso.

—¿Eh? —Preguntó Dazai con escepticismo, parpadeando un par de veces antes de lanzar una estruendosa carcajada, teniendo que sostenerse el estómago para poder lidiar con la risa— ¿Perdiste la cabeza?

—Probablemente —Murmuró Chuya con una pequeña sonrisa en sus labios, mientras miraba al castaño reírse con alegría. Nunca lo diría en voz alta, pero extrañaba ese sonido, aunque a Dazai siempre le dijera que su risa lo molestaba; en realidad sus días sin ella eran tan silenciosos que era molesto—. Finalmente te ríes.

Dazai detuvo sus carcajadas para mirar con sorpresa a Chuya, que le devolvía la mirada, satisfecho. Se dio cuenta de que tenía razón. Los últimos días habían sido malos para su mente, y no recordaba la última vez que se había sentido lo suficientemente bien para dejar escapar el alegre sonido de su boca.

—Definitivamente perdiste la cabeza —Suspiró Dazai, riendo una vez más para la satisfacción de Chuya. Con él a su lado, era capaz de dejar de lado los malos pensamientos y relajarse lo suficiente para reír con alegría.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora