Fotografía.

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—¿Podrías ponerte a trabajar de una vez por todas? —Preguntó Kunikida, llamándole la atención a Dazai. Igual que siempre, el castaño lo ignoró.

—Por favor, Kunikida —Respondió con el mismo enojo Dazai, como si tuviera una razón para estar igual de enfadado que su compañero—. Estoy en algo importante.

—¿Ah, sí? —Dijo con sarcasmo Yosano, para quien era imposible no escuchar la discusión que llenaba la oficina.

—Yo sólo veo que llevas un buen rato pegado a ese aparato —Completó Kunikida, con el ceño fruncido. Como si no le importaran sus palabras, Dazai siguió con la mirada fija en la pantalla.

—Por eso mismo —Rodó los ojos Dazai, con exasperación—. El amor de mi vida está a punto de enviarme una fotografía de la Torre Eiffel.

—¿Podrías inventarte una excusa mejor, a la próxima? —Se quejó el rubio, aunque esta vez no recibió ninguna respuesta. Simplemente observó cómo el teléfono de Dazai lanzaba un pitido, indicando que recibió un nuevo mensaje, y el rostro del castaño se iluminaba casi de inmediato.

—¿Por qué nunca me creen? —Murmuró Dazai, mientras miraba atentamente la pantalla del celular. Aunque era un experto en esconder sus sentimientos, cuando se trataba de Chuya era un libro abierto. Por eso mismo había estado de malas: su pareja tuvo que ir a trabajar a Francia, dejándolo solo, pero llevaba días enviándole fotografías de todo lo que veía en su viaje. Sin embargo, su favorita era la que acababa de recibir, con el pelirrojo posando a un lado de la Torre Eiffel. Después de teclear rápidamente "esa torre sólo te hace ver más pequeño" y enviar el mensaje, dejó el teléfono a un lado, sonriendo al escuchar todos los mensajes que seguramente eran quejas y amenazas de Chuya— ¿Sabes? De repente me entraron ganas de trabajar.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora