Cumplidos.

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—Por favor, da una vuelta —Pidió Dazai, a lo que Chuya obedeció, no sin antes dar un suspiro. Era la vigésima vez que se lo pedía—. Una más.

—Dazai, vivimos juntos —Dijo Chuya con cansancio, aunque accediendo a la petición—. Cada vez que uso traje eres el primero en verlo.

—Es tu culpa por verte tan bien en ellos —Se quejó Dazai en respuesta, aún con su mirada fija en el cuerpo de su pareja, tratando de memorizarlo a pesar de que lo veía diariamente—. Es injusto que la mafia logre que te pongas traje y yo no.

—Si accediera a tus peticiones tendría que usar traje todos los días —Aclaró Chuya con un tono monótono de voz.

—¿Y eso qué tiene de malo? —Preguntó el más alto, levantándose de la cama y acercándose a su pareja para tomarlo de la mano y obligarlo a dar una vuelta, mirando con atención cada parte de su cuerpo.

—Nada, pero visto formalmente con regularidad —Explicó Chuya, sin terminar de entender el afán de Dazai por verlo modelar con esa ropa. Si bien el traje que usaba cotidianamente era un poco más informal, no dejaba de ser un traje.

—Chuya, te ves maravilloso —Lo halagó, sin hacer caso de sus quejas. Afortunadamente Chuya siempre que tenía una cena formal con la mafia se preparaba con la suficiente antelación para recibir todos los halagos que ya sabía llegarían.

—Dazai, me dices eso todos los días —Recordó.

—¿Y qué? Nunca está de más —Se excusó Dazai, dándole otra vuelta a Chuya—. Lo que daría por poder verte a diario.

—Dazai, vivimos juntos —Rio Chuya, arrancando una sonrisa por parte de Dazai.

—¿En serio? —Preguntó, acercando a Chuya lo suficiente como para poder envolverlo en un abrazo—. Qué afortunado soy, entonces.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora