Helado.

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—¿No crees que estás demasiado cerca? —Preguntó Chuya con irritación, empujando suavemente con el hombro al chico a su lado, en un intento fallido por alejarlo.

—¿Por qué me invitas a comer si te vas a estar quejando? —Protestó Dazai en respuesta, acercándose un poco más a Chuya, si es que era posible, juntando sus cuerpos hasta un punto en el que probablemente ni siquiera el aire pasaba entre ellos. Había espacio más que suficiente para ambos en la banca que compartían, pero era mucho más divertido molestar a Chuya invadiendo su espacio personal.

—No te invité —Se quejó el pelirrojo, comiendo del helado entre sus manos. Recién terminaban una misión juntos, y con el calor que estaba haciendo no pudo resistir comprarse un helado cuando vio el local que los vendía durante su camino de regreso. Por supuesto, su molesto compañero se había unido a él e incluso le hizo pagar por su helado.

—Qué cruel —Se quejó Dazai, aunque por la exageración en su voz Chuya sabía que no era nada de lo que preocuparse; simplemente era Dazai siendo él mismo para molestarlo—. Chuya, tienes helado en la mejilla.

—¿Dónde? —Preguntó el pelirrojo, girando su rostro hacia Dazai con tal de que le señalara el lugar de la mancha para poder limpiarse. Aunque debió haber sospechado de su compañero, que en lugar decirle dónde se había ensuciado, acercó su rostro al suyo y depositó un rápido beso en sus labios.

—Olvídalo —Dijo Dazai después de un par de segundos, con una sonrisa en su rostro, satisfecho de que hubiera caído en su mentira. Chuya le sonrió de vuelta.

—¿Eso es todo? —Lo retó Chuya, siendo ahora él quien se acercaba a Dazai para juntar sus labios por más tiempo y enseñarle cómo se daba un maldito beso.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora