Escondite.

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—¿Estás nervioso? —Preguntó Dazai con lentitud, manteniendo su mirada fija en los ojos azules frente a él, que, de alguna manera, se notaban más vivos que nunca, iluminando la habitación.

—Claro que no —Respondió Chuya, arrancando una sonrisa en el rostro ajeno. Estaban con las frentes apoyadas entre sí, tan cerca que el pelirrojo fue capaz de sentir el aire que escapó de los labios de Dazai al lanzar un resoplido que remplazaba una risa que se negaba a soltar por miedo de hacer demasiado ruido.

—Eres un pésimo mentiroso —Comentó Dazai divertido, aun con la sonrisa adornando sus labios. Chuya frunció levemente el ceño, causándole un ligero cosquilleo a Dazai con el movimiento de su rostro. ¿Por qué le preguntaba si ya sabía la respuesta, entonces? Además, no podía culparlo. Se trataba de su primer beso, claro que estaría nervioso.

—Date prisa o alguien nos descubrirá —Lo regañó Chuya, refiriéndose a cómo se habían escabullido juntos cuando en realidad deberían estar en una junta. Ninguno era del tipo de faltar a sus responsabilidades, pero ese día las ganas de estar con el otro a solas habían sido mayores, y ahora se escondían juntos en una habitación que no sabían para qué servía, pero les daba refugio por el momento.

—De acuerdo —Aceptó el castaño, y finalmente cortó la distancia entre su rostro y el de su compañero. Fue algo simple, apenas apoyando sus labios sobre los otros durante unos segundos, pero las mariposas en su estómago lo hacían sentir como que era el momento más importante de su corta vida— ¿Qué tal?

—¿Podemos repetirlo? —Susurró Chuya con los ojos cerrados, y Dazai sonrió por un instante, para después volver a acercarse a él, acariciando con suavidad su mejilla y besándolo por lo que era la segunda de incontables veces.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora