Navidad.

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—¿Qué tal? —Preguntó con emoción Dazai, mientras miraba cómo Chuya sacaba el nuevo par de guantes de cuero de la fina caja en la que estaban envueltos. En cuanto vio la sonrisa dibujarse en el rostro ajeno, se sintió satisfecho.

—Me encantan —Confirmó Chuya, calmando las ansias en el estómago del castaño. Era su primera navidad juntos, y no sabía qué tan buen criterio podía tener alguien de quince años a la hora de escoger un regalo, pero sabía que quería impresionar al chico a su lado—. No tenías que estar tan nervioso.

—Tu regalo fue excelente, temía no estar a la altura —Se quejó Dazai, tomando el nuevo abrigo que cubría sus hombros en ese momento. De alguna manera, se sentía más cálido que el que había estado cargando el último año, probablemente por el sentimiento con el que se le había sido entregado.

—¿De qué hablas? No es una competencia —Rio Chuya, causando que Dazai sintiera que su corazón se derretía ante el sonido. Pensaba que era lo más dulce que había escuchado jamás.

—Chuya, quiero otro regalo —Soltó Dazai, recibiendo una mirada curiosa como respuesta. Agachó la mirada, avergonzado de lo que estaba a punto de decir y preguntándose si estaba bien ser tan egoísta como lo estaba a punto de ser— ¿Puedo abrazarte?

—Dazai... —Lo llamó Chuya, acercándose a él y alzando su rostro para mirarlo a los ojos unos segundos antes de envolverlo dulcemente en sus brazos. El más alto ahora se preguntó si estaba bien sentirse tan feliz—. Sabes que no tienes que pedir permiso.

Dazai se acomodó en el agarre de Chuya, correspondiéndolo y envolviéndolo también en sus brazos mientras se preguntaba cómo era posible que a su corta edad estuviera tan seguro de haber encontrado al amor de su vida.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora