Preguntas.

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—¿Por qué lo sigues intentando? —Preguntó Kunikida, arrastrando a Dazai fuera del café donde hasta hacía poco estaban comiendo. Y, como siempre pasaba, fue el rubio quien pagó la cuenta mientras el castaño aprovechaba para ligar con la mesera, razón por la que siempre tenía que obligarlo a separarse de las chicas para poder regresar a la agencia a escribir sus informes.

—No me lo tomo en serio —Respondió Dazai, rodando los ojos e irritando un poco más a Kunikida. De verdad, este hombre era de lo peor— ¡Así que no te preocupes!

—Eso sólo me hace preocuparme más —Le recriminó, con el ceño fruncido. Ya era malo que coqueteara con cuanta mujer se le pusiera en frente, y ahora le decía que solo era un juego... Cada cosa nueva que sabía de él solo lo hacía detestarlo un poco más.

—Está bien —Le siguió restando importancia Dazai. Como hacía con todo.

—No, no está bien —Sabía que era inútil, pero no podía evitar seguir intentando que Dazai entrara en razón, a ver si algún día tenía éxito y lograba mejorarlo al menos un poco como persona—. Si tanto deseas estar con alguien, es mejor que sea con una persona con la que quieras pasar el resto de tu vida.

—Ya tengo eso, esto es sólo para perder el tiempo —Bufó Dazai, causando que Kunikida se detuviera, sorprendido por sus palabras. El castaño se giró a verlo— ¿Qué?

—¿Tienes novia y no me habías dicho? —Preguntó con incredulidad. Dazai frunció el ceño.

—Por supuesto que no tengo novia —Respondió Dazai, como si fuera la cosa más obvia del mundo, y volvió a caminar mientras Kunikida se quedaba atrás, confundido. Tal vez había cosas de Dazai que no conocía, pero que lo harían parecer una persona más decente para él.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora