Insultos.

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—Oye, enano —Llamó Dazai a su compañero, recibiendo un chasquido de lengua como respuesta. Sonrió con satisfacción, pensando en cómo ya comenzaba a acostumbrarse a ese sonido, pues era la respuesta predilecta de Chuya. Llevaban un par de meses de haberse conocido y, por ende, de ser también compañeros, pero apenas notaba que comenzaba a acostumbrarse a su presencia.

—Tengo nombre —Se quejó Chuya, causando que Dazai soltara un quejido en voz alta.

—¿Crees que me importa? —Respondió Dazai con descaro, provocando que Chuya apretara los puños, tratando de reunir toda la paciencia que le era posible para no golpearlo. Esperaba con ansias el día en que dejaran de emparejarlos juntos y su vida volviera a ser tranquila—. No puedo esperar a acabar con esta misión y no tener que verte a ti ni a tus horribles sombreros de nuevo.

—Por fin estamos de acuerdo en algo, desperdicio de vendajes —Contestó Chuya de manera cortante, mientras se acomodaba el sombrero sobre la cabeza—. Hay que darnos prisa antes de que alguien crea que llevas un disfraz de momia.

—¿Quién creería eso? —Se preguntó Dazai en voz baja, molesto.

—Cualquiera —Chuya rodó los ojos. Al parecer su compañero había olvidado qué día era—. Hoy es Halloween, genio. El único día del año en que alguien te puede felicitar por tu elección de atuendo.

Dazai se detuvo un momento, luchando por contener la risa. A pesar de ser un insulto directo para él, el comentario le había causado gracia, aunque por supuesto que le negaría a Chuya la satisfacción de verlo reír por algo que le había dicho. Se aclaró la garganta, obligando a la risa a ser tragada, mientras pensaba que tal vez tener a ese chico tan peculiar como compañero no era tan malo, después de todo.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora