Llamada.

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—Ya lo sé —Atsushi se detuvo en seco al escuchar hablar a Dazai por teléfono. Lo había visto salir de la oficina con el pequeño aparato hacía largo rato, por lo que creyó que ya habría terminado cualquier conversación que tuviera pendiente, pero parecía que seguía inmiscuido en ella—. Es solo que te extraño.

Normalmente, Atsushi respetaría la privacidad de cualquier persona y se negaría a escuchar una conversación a escondidas. Pero escuchar esas palabras escapar de la boca de su superior le causó la suficiente curiosidad como para mantenerse escondido detrás de la pared mientras la conversación ajena seguía su curso.

—No puedes culparme, cariño —Siguió hablando Dazai, y, a pesar de sus quejas, el tono le salía con una suavidad que le era desconocida a Atsushi hasta entonces—. Sabes que estoy perdidamente enamorado de ti.

El joven no pudo evitar sonrojarse ante lo que acababa de escuchar. No sabía qué era lo que le había causado más vergüenza: si escuchar esas palabras tan melosas, o el tono tan dulce que había utilizado Dazai. Su superior era amable con él y le hablaba con paciencia la mayoría del tiempo, a pesar de su retorcida personalidad, pero nunca lo había escuchado de esa manera. Casi podía palpar el afecto por la persona al otro lado de la línea con tan solo haber escuchado ese tono de voz.

—¿También me amas? Qué afortunado soy —Cantó alegremente Dazai, y a Atsushi no le costó trabajo imaginar la sonrisa que estaría dibujada en su rostro ahora mismo. A pesar de su curiosidad, el sentimiento de que estaba escuchando algo que no debería lo invadió y comenzó su viaje de regreso a la oficina, con una calidez en su pecho al saber que su superior contaba con alguien tan importante para él.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora