Tomándose de la mano.

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—Chuya —Llamó Dazai, interrumpiendo el cómodo silencio en el que hasta ese momento se encontraban. Habían decidido actuar conforme a los quince años que tenían y dar un paseo por las calles, sin ninguna prisa por tener que huir de algún enemigo ni con la necesidad de tener la guardia alta para que la misión fuera un éxito. Sólo eran los dos vagando sin rumbo en la fría noche de Yokohama.

—¿Qué quieres? —A pesar de lo brusca que pudiera parecer la respuesta, en realidad el tono de Chuya tenía una suavidad que solamente utilizaba cuando estaba con Dazai. Al castaño le gustaba pensar que era su privilegio como novio.

—Acércate un poco —Pidió, y Chuya accedió sin pensarlo dos veces, como siempre. Una vez sus cuerpos recortaron la distancia entre ellos, Dazai estiró un poco el brazo y tomó la mano de Chuya entre la suya, sonriendo.

—¿Qué haces? —Preguntó el más bajo, contagiado por la sonrisa de su pareja. Dazai se encogió de hombros, caminando mientras balanceaba sus manos, mostrando su felicidad.

—Estamos intentando tener una cita normal, ¿No? —Preguntó Dazai, aún con la sonrisa en su rostro. Era raro que se sintiera como de su edad, siempre lleno de responsabilidades que no debería cargar, pero tener a Chuya a lado le regresaba la vitalidad. Era casi mágico—. Esto hacen las parejas normales.

—¿De verdad crees que somos una pareja normal? —Preguntó Chuya divertido, como si quisiera reírse ante sus palabras. Aunque se esforzaran por actuar como tal, sabían que la fachada era temporal y que siempre regresarían al lío que era su vida.

—No —Respondió Dazai, todavía sonriendo, mirando hacia el cielo. No le importaba no tener algo normal en su vida, mientras tuviera a Chuya—. Creo que somos la mejor pareja en el mundo.

Calendario de adviento. (Soukoku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora