El.

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— Dios mío dónde está. —buscaba entre los estantes mirando hacía arriba, buscaba el libro que Vanya me había pedido amablemente que se lo llevara porque que estaba con Reginald hablando de algunas cosas.—

Encontré al fin ese libro con ese título, debió avisarme que estaba en el estante alto para así llevarme un banco, traté de alcanzarlo pero fue sin éxito.

Me puse de puntitas y tampoco pude. Me quedé mirando el libro con mi ceño fruncido y mis brazos cruzados cómo si con la mirada lo fuera a sacar.

—¿Necesitas ayuda? —Habló la voz de un chico atrás de mí.—

Me giré y era Diego que me miraba con una sonrisa, mi mirada se ablandó y puse mis brazos a mis costados.

—Bueno, quería tomar ese libro pero no lo alcanzo. —sonreí y lo señalé.—

El sin decir más caminó a mi y alzó un poco su brazo alcanzandolo, lo bajó y me lo extendió mirándome a los ojos por unos segundos.

También lo miraba con una sonrisa sin romper el contacto visual. Estábamos relativamente cerca, lo miraba hacia arriba y el hacia abajo, era tierno por un momento vernos así.

Alguien carraspeó su garganta y los dos volteamos rápidamente.

Era cinco que nos miraba con su ceño fruncido, su mirada muy seria, sus manos metidas en los bolsillos de su short y sus labios ligeramente apretados.

Nos quedamos viéndolo y el parecía vernos cómo si hubiéramos cometido el peor error del mundo.

—Bueno, ten ___, —me extendió el libro un poco más y yo lo tomé.—

—Gracias Diego. —le sonreí abrazando el libro, me devolvió la sonrisa y caminó hacía cinco dándole una mirada confusa el sólo siguiéndolo con la mirada.—

Diego salió de la biblioteca y Cinco volvió su mirada hacía mí, así de seria, así cómo siempre desde que llegué a esta academia.

—¿Por qué estaban tan cerca? —preguntó muy serio sin dejar de mirarme.—

Yo aclaré mi garganta nerviosamente.

—Solo... Me alcanzó un libro de allá arriba. —musité cómo si hubiera hecho algo malo y el me estuviera regañando.—

—Yo cuando le quiero alcanzar un libro a una chica no me quedo viéndola a los ojos con una sonrisa tonnta cómo idiota enamorado. —dijo con su tono serio.—

Espera, ¿Soy yo o suena celoso?

Fruncí el ceño.

—¿Estás celoso? —seguí mirandolo.—

El se me quedó viendo con esa misma seriedad y desvío la mirada.

—No tengo que sentir celos por nadie, mucho menos por ti, no me importas, solo fue mi punto de vista. —y sin dejarme hablar desapareció teletransportandose.—

Bajé la mirada mirando al suelo todavía abrazando el libro, pensando en sus palabras.

Vanya entro a la biblioteca segundos después.

—___! Si lo encontraste! —se puso frente a mi y yo alcé la mirada.—

—Ah..., Si. —le entregué el libro y ella lo tomó.—

—Gracias. —vió la portada del libro y después me prestó atención a mí que miraba al suelo con seriedad.— ¿Todo bien? —preguntó tratando de alzar mi vista.—

La miré y traté de sonreír.

—Sí, todo bien, no te preocupes.

Ella asintió y estuciasmada me habló del libro, que ya llevaba como 7 veces que lo leía y que era de sus favoritos, me contaba de los protagonistas y de la trama.

Le prestaba atención también pero esa palabras de cinco seguían en mi cabeza en todo momento.

"No me importas"

Hacía esa palabra un vuelco en mi y traté de ignorarla, total, que podía esperar de el.

Pasé el resto del día con Vanya, Alisson y los demás de la academia.

Hablando felices pero Cinco no estaba ahí, tal vez le incomodaba mi presencia o algo por el estilo.

—¿Y cinco? —pregunté disimuladamente en un momento de silencio.—

—La verdad anda raro y distante desde antier. —respondió Luther encogiéndose de brazos.—

—Anda enamorado el niño. —dijo Klaus bromeando y rieron menos Ben y yo.—

—¿Sabes algo, Ben? —preguntó Diego al notar su silencio.—

—No, no sé nada. —sonrió y desvío la mirada.—

Lo miré confundida, era claro que sabía, aparte de ser su hermano era como su mejor amigo después de todo.

Nadie sabía hasta ahora el beso de cinco y yo y esperaba que así fuera, que eso solo quede en mis recuerdos y recalcado cómo un error, o así creo que piensa el, que se arrepiente de haber tenido contacto conmigo.

Pero ambos sabíamos perfectamente que ese beso lo llegamos a disfrutar un poco, todavía recuerdo sus suaves y cálidos labios sobre los míos, y su mano en mi nuca atrayendome a el.

Aunque haya sido un "error" ese momento no se va de mi cabeza y lo recuerdo casa instante, en cada momento y en cada vez que me encuentro con el.

Sus labios contra los míos era una escena que circulaba en mi mente cómo una película, quería olvidarlo pero era imposible.

Ambos también sabíamos que sentíamos esa necesidad, esa tensión y esa ganas.

Tu Llegada De Un Gran Viaje. || 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔 𝑻𝒖𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora