Adiós.

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No había nadie, ni Diego, fui a mi habitación a recostarme un rato en mi cama y aclarar mis ideas.

Una sensación extraña invadió todo mi cuerpo y me senté en mi cama.

Miré a mi alrededor y la silueta de Cinco estaba apoyada en mi escritorio.

—¡Maldita sea Cinco! —dije parandome de la cama de un salto.—

—¿Que mierda te traes con Diego?—preguntó mientras se acercaba con una mirada penetrante casi igual que la que tenía hoy en la mañana.—

Sus ojos, sus malditos ojos mirando los míos y su color sombrío en un negro inexplicable.

—Vete de mi habitación. —fruncí el ceño mirandolo.—

—No me voy a ir.

Maldito seas tú también.

—¿Que quieres entonces? —pregunté exaltada.—

—Con que casi te besas con Diego, ¿Eh? —me fulminó con la mirada.—

—Eso no es cierto, el se acercó. —me defendí.—

—Y no hiciste nada para evitarlo. —me miraba fijo.—

—Tu que te tienes que meter en mi vida, nunca...

El sabía lo que iba a decir.

—Dimelo en la cara. —se acercó a mi rostro.—

Lo miré a los ojos retante.

—Nunca fuimos nada. —dije entre dientes.—

—Carajo ___, ¿Que mierda te pasa? —retrocedió pasando sus manos por su cabeza.—

—¿Que te pasa a ti?

—¿!De qué___, de qué!? —preguntó exaltado teniendo su mano en su nuca.—

—¡Con querer guardarme tu maldita relación de antes con Vanya y sus estúpidos secretitos¡ —grité mirandolo.—

El sólo bajó las mano mirándome fijamente sin decir nada, bajó la cabeza frunciendo el ceño.

—¿Quien te dijo eso? —su voz era baja.—

—Diego. —mi voz seguía firme.—

—El no te tuvo que decir nada, yo te lo iba a contar ___. —alzó la mirada.—

—¿Hasta cuándo? ¿Hasta que yo lo sospechara? —sonreí irónicamente.— Eres un tarado Cinco.

—Dejame explicarte. —se acercó a mi.—

Retrocedí.

—No te acerques.

—Pero ___... —seguia acercándose.—

—¡Que no te acerques! —el se detuvo.—

—Perdón, de verdad te...

—No eres capaz ni de decirlo. —negué con la cabeza con mi voz ahora temblorosa.—

El me miró con tristeza y impotencia.

—Vete... —lo miraba y su aura azul apareció haciendo que el desapareciera.—

Me quedé mirando a un punto fijo de mi habitación pasando mis manos por mi cabello.

Un dolor fuerte en mi cabeza y casi electricidad en mis manos se hicieron presentes, miré mis mano con extrañesa y mi visión se volvió casi borrosa.

—¡Mierda! —me senté en la cama y sentí cómo mi cuerpo se desvanecía en ella.—

Abrí los ojos con dificultad mirando a todos lados, ví el reloj que estaba alado de mi cama y mis ojos se abrieron con sorpresa al ver "3:57 PM"

Tu Llegada De Un Gran Viaje. || 𝑪𝒊𝒏𝒄𝒐 𝑯𝒂𝒓𝒈𝒓𝒆𝒆𝒗𝒆𝒔 𝑻𝒖𝒂.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora