47. En la vanguardia

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—¡Necesitamos médicos, ya!

El pánico se apoderó de la sala, donde varios de los Vanguardistas que habían sobrevivido al ataque de Liche estaban al borde de la muerte.

Komezuma, Ninja y otros pocos yacían en el suelo, sangrando y sufriendo.

Los médicos llegaron enseguida y se los llevaron en camillas.

—¡Aaah!

La niña de cabellos castaños y ojos rojos soltó un gemido de dolor. Su cuerpo infantil no podía soportar tanta agonía.

—¡Sus circuitos mágicos están destrozados!

—¡Tiene hemorragias internas por todas partes, los signos vitales disminuyen!

Los que sabían de magia curativa se apresuraron a ayudar.

Pero no solo se ocupaban de Komezuma.

También había algunas Aquas y Eris que lanzaban hechizos divinos de sanación.

Mientras entonaban los cánticos mágicos, una de las Eris notó algo extraño.

—¿Qué...?

Ella era una diosa especializada en hechizos de apoyo, así que debería ser fácil curar a un ser vivo.

Pero algo estaba mal...

—No se cura...

Las heridas, desde las más graves hasta las más leves, se llenaban de energía sagrada.

Pero al poco tiempo, una corrupción maldita aparecía en otras partes del cuerpo.

Una de las Aquas expresó su confusión.

—¡Eres una inútil hasta en otros mundos! ¡Deja que una verdadera diosa te enseñe cómo se hace!

La apartó a empujones y extendió sus manos, liberando su magia.

Una luz verde brilló e iluminó el cuerpo de Ninja, indicando que la magia de Aqua había funcionado, pero...

—¿Qué demonios?

La curación se vio opacada por un miasma corrupto, que devoraba la vida de su víctima.

—¡!

Eris volvió a intentar lanzar [Curar], pero no era suficiente.

Al darse cuenta de que ninguna de las dos podía hacerlo sola, Aqua propuso lo siguiente:

—Escucha, idiota, ¡avisa a las demás! Ninguna de las otras tú puede curar a un herido sola.

—¿Eh? ¡Pero eso no tiene sentido!

Aunque fuera su superiora en rango, un insulto seguía siendo un insulto.

—¡Hagan lo que dice y trabajen juntas!

Un Kazuma con bata de médico gritó desde el fondo, y Eris, sintiéndose ofendida e incompetente, se resignó.




***




Observando aquel entorno caótico en el salón de cuidados intensivos, Mimo permaneció en silencio.

—...

[—Lo más duro de este trabajo es él sentir del peso de cientos y miles de miradas pendientes de lo que vas a hacer.]

Konoverso : Dos caras de la misma monedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora