Capítulo #5★ ¿Destruye sentimientos?🍷 Felipe

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Ya amaneció. No me creo todo lo que pasó anoche, había subestimado nuestro primer encuentro. Lana no es la chica que creí, ahora me gusta más.

Hasta el momento no me había detenido a observarla tan detalladamente como hasta ahora.
Solo sabía que tenía un cuerpo exquisito.

Era solo un poco más baja que yo y tenía unas caderas dignas de perderse en ellas aunque era bastante delgada pero con la proporción que me encantaba.
Su tez blanca hacía bonito contraste con sus ojos café intenso que brillaban seguido. Tenía el cabello rubio alisado y le daba a mitad de su espalda.
Y esa sonrisa traviesa que me atrapó anoche, estaba en la mayoría de los momentos aunque cuando trabajaba, por lo general, parecía un témpano de hielo. Inquebrantable.
A simple vista era una chica hermosa, una cara bonita pero tenía la capacidad de intimidad de la misma manera.

Llevaba unos minutos observándola dormir porque me pareció casi relajante el sueño profundo en el que se encontraba.
Toda mi vida había encontrado relajante ver a alguien en un profundo sueño.

Había sido una noche de mucho placer, de las mejores sin duda y estaba claro que quería repetirlo unas cuantas veces más hasta dar esto por terminado.

El sexo de anoche fue además de placentero, libre y me refiero a que la dejé tener el control por momentos mientras lo tomaba yo por otros.
Es algo así como cortesía de caballero, fue la primera vez y pese a todo, ella es una dama.

Yo respetaba eso, necesitábamos entrar en confianza y como claramente ya había pasado, la próxima vez la haría mía sin limitarme a lo que pase por mi retorcida mente y teniendola sumisa solo para mí. Demostrándole quien mandaba.

Ya era hora de levantarme, no quiero que despierte y me encuentre así, observándola... No sé que pensaría.

De ninguna manera iba a cocinar porque eso sería demasiado así que solo fui por unos cafés en la cafetería de la otra calle, cerca de mi departamento.

Cuando volví ya estaba despierta, lo noté cuando escuché la regadera apagarse de repente y verla salir aún escurriendo del baño. Solo traía una toalla consigo, rodeando su delgado cuerpo.

— Lo siento dijo, he mojado tu piso. Lo limpiaré en cuanto me vista.

— Tranquila, no soy maniático. Ese café es tuyo, señalé el sitio donde lo había dejado.
— Ayer no nos protegimos así que bueno; esa es una pastilla que debes tomarte.

Ella se giró y sus ojos fueron a la pequeña píldora negando con su cabeza.

— ¡Gracias! No tenías que... Bueno, tu sabes. Y sobre la píldora, no la necesito, me cuido yo, por eso no me preocupé mucho anoche.

Solo me limité a asentir, no tenía idea de que se cuidaba.

— Quería decirte algo y espero que entiendas... Comenzó diciendo con algo más de seguridad de la que me esperaba. — Lo que pasó anoche solo fué...

— Un encuentro casual, la corté. Ambos somos adultos y entendemos que esto es solo un poco de placer, podemos repetirlo unas veces más si te apetece y luego no más.

— Exacto, me dijo casi aliviada... Me alegra que entendieras igual y no se confundan las cosas.

— Por mi parte todo está claro, así que hay un acuerdo.

— ¡Perfecto!

Al cabo de no muchos minutos salió de mi departamento y quedamos de vernos entre semana una segunda vez pero que quería que ahora sea en su depa y no en el mío para no repetir el lugar y a mí me pareció buena idea.

Ese domingo estuve hablando con algunos posibles clientes de grandes cargas que al parecer estaban interesados en los vinos.
El más interesado de todos parecía ser el dueño de un restaurante que había cerrado hace poco pero que tenía inversiones en otro estado y le habían recomendado nuestros vinos. El señor Steven Andrade.
Le había enviado algunas muestras y dijo que me tendría respuesta en unos días.

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