|| Mi alma gemela ||

capítulo 8.

Bajé las escaleras hasta llegar a la entrada para abrirles a mi madre y el padre de Bill, que seguramente también había llegado.

Llegué a la puerta y la abrí lentamente,  encontrándome con mi madre, traía un pastel en la mano, y estaba vestida con su elegante vestido negro con el cual apenas lograba sentarse.

Y a su lado, se encontraba un señor muy alto, elegante, formal, vestido de traje, lo más seguro es que era el padre de Bill, No se parecía nada a él.

— Hola mamá, y mucho gusto señor... Trümper, me alegra conocerlo al fin — dije saludando con un beso en la mejilla a mi mamá, y dándole un apretón de manos al padre de Bill en forma de saludo.

— Igualmente... Tom, ¿ Verdad ? —

— Sí, así es, me alegra que al fin estén aquí, pueden pasar a la sala, mientras que Bill baja en seguida — dije apartándome para darles espacio para entrar.

Fuimos asía la sala y nos sentamos en los sillones.

La casa relucía, olía delicioso y era acogedora, pues habíamos limpiado la casa con Bill, no me gustaba pero con Billy era más divertido, así como cocinar también, junto a él todo era mucho más divertido.

— Y, ¿ donde está Bill ? — preguntó su padre.

— Está arriba, les aseguro que en unos segundos va a...— En ese momento fuí interrumpido por un grito muy agudo de Bill que gritaba mi nombre como si estuviera al filo de la muerte. — Vuelvo en seguida — dije con una sonrisa avergonzada.

Caminé tranquilamente hasta las escaleras, me fijé que no me estén mirando, y subí las escaleras como todo un loco asía la habitación de Bill, estaba preocupado, ¿ qué pudo haberle pasado para gritar así ?

Al entrar a su habitación, me encontré con Bill. — ¿ Qué pasa ? ¿ Estás bien ? — pregunté preocupado.

— Tomi, mi cadena se engancho con mi cabello, y me duele mucho — dijo con voz torturada.

— Ven aquí, te voy a ayudar — dije mientras tomaba su cabello con suavidad y quitaba esa cadena de ahí.

No me importaba que tan absurdos hayan sido los gritos para esto, pero apesar de eso, no me importaba.

Terminé con ese problema y ambos bajamos, Bill se veía increíble, con esas cadenas en su cuello, su cabello perfectamente planchado, y sus ojos maravillosamente maquillados.

Al llegar a la sala, Bill saludó a los dos adultos y charlamos un buen rato,  conociéndonos un poco, y hablando sobre lo que ellos ya se conocían. — ¿ Les gustaría ir a comer ? — propuso Bill.

— Claro, tengo hambre — dijo Gordon. ( Su padre)

Nos dirigimos asía el comedor, el cual estaba perfectamente acomodado por mí y por Bill.

—  Voy a traer la pasta, ayúdame con las bebidas — me susurró en el oído.

Lo seguí a la cocina y llevé lo que él me ordenó. Al tenerlo todo listo, ambos servimos la pasta y las bebidas, nos sentamos en la mesa, yo al lado de mi madre, y Bill al de su padre.

Ambos estábamos temblando del miedo, por alguna razón, nos habíamos olvidado de ponerle sal a la comida.

Mierda, espero que no lo noten.

Dejamos que nuestros padres prueben la comida primero, aunque sería una mala idea.

Cuando lo probaron, por alguna extraña razón, no lo  sintieron, nosotros confundidos también probamos, y estaba perfecto, delicioso, ¿ cómo es eso posible ? Decidimos dejar eso a un lado y disfrutar todos juntos.