Capítulo 133. La cena con Laura

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Isabel dejó a Laila y doña Pilar en el portal y ambas mujeres se fueron a sus respectivas casas, no sin antes darse un abrazo y doña Pilar desearle que tuviera una buena noche aunque fuera con Laura. La anciana hubiera preferido que saliera con Alana y no con la galerista, pero era cuestión de tiempo que Laila terminara saliendo con la oncóloga. Sólo había que tener paciencia, según la mujer. 

Cuando entró Laila en su casa, ya estaba Matiz en la entrada esperándola. Como siempre hacía, cogió al gato y lo abrazó con suavidad. 

-Matiz…La he visto. Sí, a Alana…Yo sé que tú también la echas de menos, pero sé que tarde o temprano la tendremos de nuevo aquí y podrás ser cariñoso con ella también. 

El gato lamía el cuello de Laila mientras ésta seguía hablándole al animal como si éste la escuchara atentamente. 

-Y estaba…Preciosa con su uniforme de trabajo. Es la mujer más bella que han visto mis ojos. Para mí ella sí es una obra de arte. Y esa obra la quiero tener yo en mi casa. En nuestra casa, Matiz. Y cuando ella posa sus ojos sobre mí, es que directamente me derrito. Por cierto, ella me abrazó y cuando sentí sus brazos alrededor de mi cuerpo, estuve a punto de desfallecer. Lo que sí hice fue llorar, no sabes el tiempo que llevo queriendo que ella me volviera a abrazar, y hoy, por fin, lo hizo. El día de mi cumpleaños y el día que he dicho adiós al cáncer, ¿No te parece una casualidad? Matiz…Estoy perdida, estoy muy enamorada de Alana. Y sé que tú también la quieres…

Laila se llevó al gato a su habitación, mientras seguía hablándole. Lo dejó con cuidado en su cama y mientras se dirigió al vestidor para elegir la ropa que se iba a poner para salir con la galerista, siguió hablando con Matiz. Era el único que la escuchaba sin replicarle. 

En media hora la profesora estaba ya vestida y a punto de salir de casa. Laura debía estar esperándola. Había elegido para ponerse unos vaqueros ajustados y un suéter de cuello alto de color negro. Sin ella pretenderlo, iba más guapa de lo que hubiera esperado. Aún seguía estando por debajo de su peso, pero sabía que en nada recuperaría la bonita figura que tenía antes de tener la enfermedad.

Laila se despidió de Matiz y salió de su casa algo nerviosa. Lo que daría por tener esa cena con Alana y no con Laura. Ojalá pudiera estar con ella aunque fuera por unas horas…

Cuando salió del portal y vio el coche de Laura aparcado en doble fila, suspiró. 

-Hola Laura, buenas noches…- la joven se introdujo en el coche de la galerista y la saludó besándola en la mejilla. A la mujer le alegró sentir los labios de Laila sobre su piel. 

-Hola, guapísima. Buenas noches. Vaya, estás preciosa…Bueno, lo primero de todo, feliz veintisiete cumpleaños. Te han caído estupendamente. 

-Gracias Laura. Sí, me han caído genial.

-Me alegro mucho. Esta noche quiero llevarte a un sitio de carne a la brasa…Como ya has dejado atrás el maldito cáncer…¿Te parece bien?

-Sí, claro. Yo como de todo. Igualmente no quiero pasarme con lo que coma, quiero ir poco a poco. 

-Claro que sí, hay también pescado, podrás elegir - Laura puso el coche en marcha y se dirigieron hacia el restaurante. No podía estar más feliz, y pensó que la compañía era insuperable. 

En unos treinta minutos, las dos mujeres se encontraban sentadas una enfrente de la otra. 

-Por fin, Laila…He estado esperando este momento durante todo el día. Quería compartir contigo este día tan especial para ti. Y es que he estado muy liada todo el día. 

-Pues gracias Laura, aquí estamos ahora. 

-¿Cómo fue en el hospital?- le preguntó la galerista. En realidad quería saber si había visto a la oncóloga, pero no tenía ninguna gana de que Laila le confirmara que sí la había visto. 

-Fue…Un momento muy emotivo. Sobre todo cuando toqué la campana. 

-Debió ser precioso.¿Y quién te acompañó? Pilar, Isabel…

-Sí, vinieron las dos - Laila sopesó si debía decirle a Laura que también había visto a Alana, porque no quería echar leña al fuego. Pero quería ser sincera, así que decidió decirle que la oncóloga también había estado con ella- además estuvo, a parte del doctor Pardos, Alana. No me lo esperaba para nada. Fue una bonita sorpresa. 

Fue oír el nombre de Alana y Laura se crispó. Le corrió por todo su cuerpo una rabia inusual en ella. O sea, que se habían visto, y cuando tenía que haber sido ella la que debía acompañar a Laila en ese momento, lo hizo la maldita oncóloga. Lo que le faltaba a la galerista. Sintió celos cuando nombró a esa mujer. Era escuchar ese nombre y le ardía todo el cuerpo. No podía evitarlo. 

-Me alegro…Laila. Veo que te ha animado el hecho de ver a tu oncóloga de nuevo.

-Sí, la verdad es que sí que me ha alegrado mucho verla - Laila no quería perder la oportunidad de dejarle a Laura las cosas claras, además le iba a preguntar por las fotos del dichoso beso, estaba envalentonada pensando en la oncóloga - por cierto…Laura, sé que ha pasado tiempo, pero no hemos hablado de las fotos que nos hicieron cuando intentaste besarme.

Laura se movió inquieta en su asiento. No quería hablar de esas fotos pero sabía que cabía la posibilidad de que tarde o temprano Laila le sacara el tema por estar dudando de ella. Y ese agrio momento había llegado. 

-Cuando vi las fotos, Laila, imaginé que te podría sentar mal, e incluso que te enfadarías. Pero no me dijiste nada…Hasta ahora. 

-Es que, he pensado mucho sobre esa noche. No entiendo de dónde salió la persona que hizo la foto del beso. Estábamos solas en el restaurante, yo no vi a ningún fotógrafo ni a ningún periodista, los comensales que había iban a lo suyo. Entonces, tú me intentaste besar, y justo nos hacen una foto, Laura. Eso no puede ser casualidad. 

-Laila, ¿Qué estás insinuando?

-Iré al grano, Laura. ¿Tuviste algo que ver con esa foto?

La galerista retiró la mirada de los ojos inquisidores de Laila. Debía pensar muy bien qué debía contestarle a la profesora, sino quería que ésta la dejara tirada ahí mismo marchándose del restaurante.

Matices y colores (continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora