Capítulo 139. La rueda de prensa...Y el mensaje directo al corazón de Alana.

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-Doña Pilar…Si Laila no está con Laura, y yo dejé de ser su oncóloga hace tiempo, entonces debo hablar con Laila cuanto antes - Alana, aunque estaba llena de rabia por todo lo que le había contado doña Pilar, pudo notar en su interior un abismo de alegría y de felicidad. La chica por la que suspiraba, seguía soltera a pesar de todo. Era la mejor noticia que la anciana le podría haber dado- pero, también le digo que, para poder hablar libremente de lo que siento con Laila, debo poner antes en su sitio a María. 

-Bueno, si te sirve de algo, Laila me dijo que hablaría con Laura para decirle que si quería seguir siendo su representante, debía apoyaros en caso de tener que denunciar a tu ex. Así que …Por ahí la tal María esa quizás se lo piense mejor lo de seguir con el acoso. 

-Eso está muy bien, doña Pilar. Sabe…Un día, en el hospital, María me agarró fuerte de la muñeca delante de un celador. Éste le llamó la atención por lo que me estaba haciendo, y ella me soltó rápidamente. Así que, como veo casi todos los días a ese hombre por el hospital, puedo hablar con él si es necesario para denunciar a María y a él tenerlo como testigo. Para mi ex es muy importante su trabajo y ser alguien en el mundo laboral, así que, si se juega su carrera profesional, estoy segura que por fin va a parar de acosarme. No me gusta actuar así, pero María no me deja otra opción. 

-Vaya, Alana, entonces la tenemos acorralada. Esa mujer no va a volver a hacerte más daño. Y por cierto, enciende la televisión, anda, que Laila sale en cinco minutos. 

-Voy. Vamos. 

Las dos mujeres se dirigieron al salón, donde la oncóloga tenía un televisor de unas sesenta y cinco pulgadas por lo menos. Doña Pilar nunca había visto un aparato tan grande, por lo que sonrió de forma inocente, porque iba a ver a su Laila a un gran tamaño. 

La oncóloga buscó algo nerviosa el canal local donde iban a sacar la rueda de prensa de Laila, y cuando dio con él, se sentó al lado de la anciana mirando la pantalla embobada. 

-¡Joder, qué mujer más guapa!- dijo Alana inconscientemente. Enseguida se dio cuenta de que no lo había dicho en voz baja, y doña Pilar había oído su comentario- ¡Vaya, perdón! Pilar, se me ha escapado.

-Alana, Laila es una belleza de chica, y no es porque yo la quiera como a una nieta, las cosas hay que reconocerlas…

La rueda de prensa comenzó. A Laila se le notaba muy suelta, tranquila y esbozando una sonrisa que podía enamorar a cualquier televidente. Desde luego que podía ser el centro de atención allá donde ella fuera. Su belleza y su carisma no pasaban desapercibidos para nadie.

Los periodistas presentes en la rueda de prensa, comenzaron a hacerle preguntas sobre, primero, cómo se había enfrentado a la enfermedad y cómo se sentía ahora que la había vencido. Y segundo, se interesaron por sus pinturas, para después hacerle preguntas sobre su inminente viaje a Nueva York. Laila fue contestando una a una las preguntas que le fueron formulando. Hasta que una periodista en concreto, primero le dijo que una mujer tan bella como ella debía tener chicas a doquier, y luego le preguntó directamente si estaba saliendo con su representante, a lo que Laila vio el momento de, por fin, abrir y compartir sus sentimientos con todo aquel que estuviera interesado en saber sobre su vida amorosa.

-Bueno, viendo el interés que suscita mi vida amorosa, creo que ha llegado el momento de ser sincera, primero conmigo misma, y segundo, con la mujer que amo desde el día que me diagnosticaron mi enfermedad. 

Varios periodistas se levantaron de sus asientos para ser ellos los primeros en preguntar por la enigmática mujer a la que amaba la artista. Todos querían sacarle la información de quién era la mujer que ocupaba el corazón de la artista del momento. Todos querían esa primicia. Pero fue una periodista la que se abalanzó sobre los demás y consiguió preguntarle a Laila cómo se llamaba esa mujer y dónde la había conocido.

Mientras, Alana estaba a punto de comerse sus bonitas uñas. Doña Pilar se percató de cómo se encontraba la oncóloga, por lo que estiró su brazo y consiguió darle la mano a la otra mujer. Ésta miró de soslayo a la anciana, y consiguió sonreírle torpemente. 

-Saben...La conocí en una cafetería, de una manera casual y algo accidental, de hecho la primera impresión que me llevé de ella no fue buena, aunque debo decir que me resultó una mujer muy llamativa y atractiva. Luego, por cosas del destino, la seguí viendo. Estuve tiempo detrás de ella. Quería saber su nombre, pero se hizo de rogar. No me lo puso nada fácil. Quiso jugar conmigo y tuve que esperar a saber cómo se llamaba. Finalmente, cuando ella pensaba que yo no sería capaz de quedarme con su nombre por las circunstancias que me rodeaban en ese instante, ella me lo dijo. Pero cuál fue su sorpresa cuando unos días después, estando las dos a solas, la llamé por su nombre. Y es que, cuando amas a alguien con tantas ganas, todo lo que esa persona te diga, y más si es su nombre lo que te dice, se te queda grabado en el alma, en el corazón y cómo no, en la cabeza. Pero…No quiero dar su nombre públicamente porque ni sé si me está viendo, ni sé si ella quiere que yo lo haga público. Lo que sí hago público, ahora y delante de todos vosotros, es el amor que siento por ella. No quiero que me busquéis más novias ni ligues de una sola noche, ahora ya sabéis que aunque siga soltera, mi corazón tiene dueña. 

Alana no pudo resistirse y se echó a llorar. Laila se había abierto en canal con los allí presentes y los telespectadores que estaban viendo la rueda de prensa desde sus casas. A la oncóloga le había resultado precioso cómo había hablado de aquel momento tan especial para las dos mujeres, cuando estando supuestamente Laila inconsciente en quirófano, Alana por fin le dijo su nombre. 

Doña Pilar abrazó como pudo a la oncóloga. Ésta era un mar de lágrimas en ese momento, y no era para menos. Su Laila le había tocado el corazón, así, sin más. La anciana sabía que esas dos mujeres estaban destinadas a estar juntas, pasara lo que pasase y se metiera la mujer que fuera en medio de ellas. Todo eso daba igual, cuando el amor que esas dos mujeres se procesaban era tan puro y real. 

-Cariño, te dije que debíamos ver juntas la rueda de prensa. Espero que te haya quedado más que claro lo que Laila siente por ti. Ahora, eres tú la que debe mover ficha, Alana - le dijo la anciana a la oncóloga sin titubear. 

Matices y colores (continuación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora