Cuando Alana llegó a su casa, lo primero que hizo fue sentarse en el sofá, buscando un momento para estar tranquila y así poder buscar un billete para Nueva York. A pesar de estar carísimos los billetes, a la mujer no le importó en absoluto. La oncóloga sabía cuándo era la inauguración de la exposición de Laila, así que no quería llegar justa de tiempo, por si surgía algún imprevisto. Alana, aunque había viajado mucho por el extranjero, era la primera vez que lo hacía a Nueva York, y pensó en las siete horas y algún minuto de vuelo que tenía que hacer de viaje. Las horas se le iban a pasar muy largas. Necesitaba ver a Laila cuanto antes. Pero sabía que lo bueno se hacía esperar, por lo que acabaría teniendo la paciencia necesaria para sobrellevar el tiempo que debía transcurrir hasta que viera a la profesora.
La oncóloga ya tenía el billete comprado. Dió un salto de alegría. No lo pudo evitar, dejándose llevar por la emoción del momento. No se podía creer cómo podían cambiar las cosas de un momento a otro. Pero por fin se iba poniendo todo en su sitio. Ella se merecía ser feliz e iba a luchar por serlo.
Después de cenar, comenzó a preparar la maleta. No sabía ni que meter en ella, pero debía llevar ropa que llamara la atención de Laila, de hecho cuando fuera a la inauguración, debía esforzarse más de la cuenta para acaparar las miradas de la profesora. Como le había dicho Raquel, seguramente habría mujeres muy interesantes detrás de Laila, y ella debía anteponerse a ellas.
Cuando ya casi la había terminado, se enderezó cuando escuchó sonar el timbre. No esperaba a nadie a esas horas. Igualmente fue a abrir cuando el timbre volvió a sonar. Su cara fue todo un poema cuando vio a la persona que menos ganas tenía de ver en ese momento. Lo que le faltaba, que María quisiera empañar la felicidad que llevaba encima. Seguramente habría visto la rueda de prensa de Laila y habría ido para confrontarla.
-María, buenas noches. Lo siento, me pillas en mal momento. Estoy ocupada.
-¿Ah, sí?¿Con qué estás ocupada?
-No te importa, y de hecho no quiero hablar contigo. Por favor, no vuelvas más por aquí, no eres bienvenida.
-¿Qué?¿Me estás echando?¿Tú a mí?¿Pero quién te has creído que eres? Venga, déjame pasar.
-No quiero saber nada más de ti,¿Qué es lo que no acabas de entender?
-Tienes que volver conmigo, Alana. No me jodas. Tú y yo hacemos una pareja perfecta. Estamos triunfando cada una en nuestros respectivos trabajos, y en eso sí nos apoyamos.
-De eso nada, lo nuestro hace mucho tiempo que terminó. Y no, no nos hemos apoyado nunca en nada. Abre los ojos, María.
-Alana, si te vas con la artista esa de mierda, acabarás con el corazón roto. Esa mujer te va a ser infiel, ¿O no ves el éxito que tiene con las mujeres? Debe estar cada noche con una diferente...Además se lo puede permitir. Y para colmo, ¿Cuánto tiempo lleváis tonteando una con la otra? Por lo que dijo en la rueda de prensa...Me has sido infiel, joder. Llevabais tiempo juntas...
-Laila me ha demostrado que me quiere. Ella no tiene la necesidad de estar conmigo e irse con otras mujeres a la vez. Tú sí la tenías, María. No creas que todas son como tú, porque no es así. Ella es diferente a ti, no os parecéis en nada.
-O sea,¿Qué me quieres decir con eso?¿Estáis entonces juntas?
-No sé si estamos juntas o no, sólo sé que voy a cruzar el charco para ir a buscar al amor de mi vida. Así que si me permites...
-Joder Alana, vas a tirar todo por la borda, por una mujer que no te merece. Al final te vas a arrepentir de tratarme como lo estás haciendo, voy a demostrar al hospital que has estado con tu paciente mientras la estabas tratando. Te van a echar del hospital. Tú sola vas a arruinar tu carrera profesional. Tengo fotos y lo sabes.
-Hazlo, no tengo problema con eso. Pero que sepas que voy a denunciarte por malos tratos. Tengo testigos, de hecho, voy a hablar con el celador que te llamó la atención cuando me agarraste de la muñeca en las escaleras del hospital. Y creo recordar que me han dicho que Laura también está dispuesta a contar todo lo que has hecho para que Laila y yo no estemos juntas, así que si mi carrera como médica se va al garete, la tuya, como abogada, va a terminar por el mismo camino...Y no creo que quieras eso. Para ti también es muy importante ser una abogada reconocida.
-¡Maldita hija de puta!- bramó María enfurecida -¡No me esperaba esta mierda de ti, joder!
-Seré una hija de puta, pero soy una hija de puta feliz. ¡Adiós, María! ¡Hasta nunca! - Alana no aguantó más y le cerró la puerta en sus narices. En la vida había sentido tanta satisfacción junta. El hecho de, por fin, haberse enfrentado a la maltratadora de su ex pareja, la había hecho sentirse fuerte, y una mujer totalmente nueva. Tenía muy claro que iba a luchar por el amor que sentía por Laila. Era lo que debía haber hecho hacía mucho tiempo atrás. Podría arrepentirse por no haberlo hecho, pero prefería pensar en el presente y cambiar lo que sí estaba en sus manos, que era el rumbo de las circunstancias. Iba a ser la dueña de su vida e iba a ser ella la que tomara las decisiones. Y su corazón le pedía que fuera donde estaba Laila. El haber tomado la decisión de ir a Nueva York para acompañarla en la inauguración de su exposición, en el sueño que Laila tenía ya desde pequeña, la hacía tremendamente feliz.
Alana se acostó en la cama exhausta. Cuando lo hizo, se relajó de tal manera que estuvo a punto de quedarse dormida en cuestión de segundos. El precioso rostro de Laila se apoderó de sus pensamientos. Esa joven la tenía a sus pies. Era la mujer más hermosa que había visto en su vida, y de sólo pensar que ella también la amaba, se sentía la mujer más afortunada y poderosa de la Tierra.
Finalmente, cuando cogió un cojín y lo abrazó pensando en la profesora, comenzó a apoderarse de ella un sueño muy profundo, donde estaba Laila como única protagonista.