Laura valoró en unos segundos qué debía contestarle a Laila. Hasta que finalmente se decidió por mentirle. No quería arruinar la felicidad del momento.-Laila, yo no llamé a nadie para que nos hicieran esas fotos, si es lo que quieres saber. Por cierto, ¿Tú hablas con tu oncóloga?- Laura decidió cambiar la versión de los hechos e incluso mentirle a la profesora. Si quería tener una mínima oportunidad con ella, creyó que sería lo conveniente. Pensó en seguirle el juego a María, puesto que era la única manera de salir ambas ganadoras. O eso pensó en ese momento.
-Bueno, hoy como te he dicho, la he visto, pero la realidad es que llevaba meses sin verla. Al cambiar de oncólogo dejé de verla, como es lógico.
-Claro, pero…¿Por qué cambiaste de oncólogo? Me consta que esa mujer es buena en lo suyo. ¿Fue porque te hacía daño verla?
-Laura, el que yo haya decidido cambiar de oncólogo es algo personal, prefiero no compartirlo con nadie, lo siento - la profesora no terminaba de confiar en la galerista, por lo que optó por no abrirse con ella. Dudó de la respuesta de la mujer sobre si había tenido algo que ver con la foto del beso que les robaron. Entonces, decidió ser cauta a la hora de confiarle según qué. También tenía claro que le gustaba a Laura, por lo que era más apropiado no hablarle de lo que sentía por la oncóloga.
-Está bien, Laila. Creo que Isabel o doña Pilar sí saben el motivo real de por qué cambiaste de oncólogo. Pero tranquila, sé que no estoy a la altura de ellas.
-¿Podemos dejar de hablar de ésto?
-Sí claro, pero…No sé si sabes que Alana volvió con su ex - Laura estaba que echaba humo, el hecho de saber que la profesora no confiaba en ella, la enfadó sobremanera, lo que hizo que se decidiera por seguir el mismo camino que María, para intentar que Alana y Laila se alejaran una de la otra.
Laila se quedó de piedra con la información que le había proporcionado Laura de forma gratuita e inesperada. En ningún momento esperó que le soltara esa bomba, porque para ella eso era lo que había sido, un explosivo que le había roto el corazón en cuestión de milésimas de segundos.
-¿Cómo sabes tú eso?¿Desde cuándo sabes ese tipo de información sobre Alana? Laura… No entiendo nada, la verdad. No me gusta cómo está yendo esta conversación, por lo que creo que me voy a ir. Lo siento - Laila necesitaba salir de allí rápidamente. El saber que Alana había vuelto con su ex, le hizo hundirse en un abrir y cerrar de ojos.
Laura había metido la pata con la información que le había dado a Laila. Había conseguido todo lo contrario. Debió contener la ira que llevaba dentro al saber que Laila y Alana se habían visto esa misma tarde. Y por culpa de sus impulsos y sus celos, la había cagado con la profesora.
-Laila, perdona, lo siento. No debí decirte eso. Esa información me la dieron sin querer. Date cuenta que en Sevilla nos conocemos en el ambiente gay…Por favor, cenemos tranquilas.
-Necesito irme. Ahora mismo no soy buena compañía para nadie. Ya hablaremos - Laila se levantó de la silla y salió del restaurante como alma en pena, dejando a Laura completamente traspuesta. A ésta, le salió mal la jugada que empleó, y ya no podía cambiar nada.
Laila, cuando ya se encontraba en la calle, se puso el abrigo y se dirigió sin rumbo fijo al centro de la ciudad. Su cabeza no paraba de pensar en Alana y en su ex novia. Esa misma tarde la había abrazado, y ella sintió, de nuevo, mariposas revolotear en su estómago, y cómo su piel se erizó al sentir el cuerpo de Alana pegado al suyo. Y resultaba que la oncóloga había vuelto con su ex. Tenía el alma rota. Sin querer, sus ojos empezaron a derramar lágrimas que le hacían arder las mejillas a pesar de las bajas temperaturas de la calle. Con razón declinó la oferta de ir con ellas a celebrar, aunque dijera que le quedaban consultas por atender.
De repente, sus piernas se dirigieron sin permiso a donde vivía la oncóloga. Laila recordó que Alana le dijo la calle dónde vivía e incluso el número, pero no sabía ni por qué se dirigió para allí, simplemente se dejó llevar inconscientemente. Quizás necesitaba confrontar a Alana, o tal vez se moría por volver a verla. O ambas cosas.
Mientras caminaba a paso ligero, comenzó a pensar en qué le iba a decir a Alana. Le preguntaría si era verdad que había vuelto con su novia, y de confirmarlo la oncóloga, no le quedaría otra que asumirlo y aceptarlo.
Cuando llegó a la calle donde vivía Alana, se quedó un rato pensando en cómo iba a dirigir la conversación, porque no quería que Alana se cerrara en banda o se sintiera atacada.
Cuando estaba pensando en cómo debía abordar a la oncóloga en su casa, vio salir a una mujer del portal de Alana que le resultó vagamente familiar. Su mente comenzó a pensar en quién era esa enigmática mujer que había visto en algún lugar, hasta que le vino a la cabeza cuando Laura le presentó a una conocida suya la noche que expuso su obra, y además luego esa mujer terminaría comprando su fotografía. Así pues, se dio cuenta que la mujer que estaba saliendo de casa de Alana, era la misma mujer que había comprado su fotografía. El corazón le iba a mil por hora. Entonces recordó que Laura la llamó María, y Alana le llegó a decir que su ex novia se llamaba igual. No se lo podía creer. La mujer que compró su fotografía era la ex novia de Alana.
La cabeza de Laila iba a mil por hora, no entendía nada, pero sus ojos no mentían y lo que acababan de ver no era ningún sueño ni algo inventado. La joven, muy nerviosa y aturdida, se llevó las manos a su rostro. ¿Cómo no había atado cabos antes? ¿Cómo no se dio cuenta antes que la mujer que había comprado su fotografía era la ex pareja de la oncóloga? ¿Y qué pintaba Laura en todo eso? La galerista conocía entonces a la ex novia de Alana. Con razón unos minutos atrás le había dicho que sabía que Alana había vuelto con su novia.
A Laila le costaba respirar. Había estado engañada todo ese tiempo atrás. Laura hablaba con la ex novia de Alana, y seguramente esas dos mujeres sí tendrían que ver con la maldita fotografía del beso robado. En ese momento, y sin entender bien el propósito de ambas mujeres, prefirió dejar las cosas como estaban, porque debía centrarse en sacar su obra adelante y por fin exponerla en Nueva York. No podía perder el tiempo en algo que ella no controlaba. Lo que sí tenía claro era que Alana habría vuelto con su ex. Esa misma noche se lo había confirmado Laura y además, ella misma, con sus propios ojos, había visto salir a María del portal de casa de la oncóloga. Por lo que decidió darse media vuelta y marcharse de allí, más herida y dañada que nunca.