༻ ༺𝔈𝔫 𝔲𝔫 𝔪𝔲𝔫𝔡𝔬 𝔡𝔢 𝔡𝔲𝔩𝔠𝔢 𝔢𝔫𝔠𝔞𝔫𝔱𝔬, 𝔩𝔞 𝔦𝔪𝔞𝔤𝔦𝔫𝔞𝔠𝔦ó𝔫 𝔢𝔰 𝔢𝔩 𝔦𝔫𝔤𝔯𝔢𝔡𝔦𝔢𝔫𝔱𝔢 𝔪á𝔰 𝔦𝔪𝔭𝔬𝔯𝔱𝔞𝔫𝔱𝔢.
𝐄𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐧𝐨𝐜𝐡𝐞, coloco mi maleta en el suelo, tomo asiento en la fría banca de la plaza, y contemplo la farola como si pudiera concederme un deseo. Cierro los ojos, anhelando poder encontrar un empleo, y por ahora; un lugar para pasar la noche. Aunque me desalojaron de mi antiguo hospedaje por no estar a la disposición de pagar la renta, aún albergo la esperanza de construir la casa de mis sueños y tener un empleo estable. Regresar a mi hogar no figura como alternativa; exhibirme ante mis padres como un fracaso, al depender de mí misma, ¡no!, no seré motivo de vergüenza, de ninguna manera.
Estoy convencida de que puedo superarlo y convertirme en un motivo de orgullo para ellos y sobre todo para mí, aunque eso haya significado emprender un viaje de cientos de kilómetros en busca de oportunidades; volviendo a encontrarme con el fracaso y ahora, lleve un par de días deambulando.
El viento helado me envuelve y me abrazo en busca de calor. Rebusco en mi maleta y encuentro una bufanda que me coloco apresuradamente, regresando a la tarea de frotar mis brazos.
- ¡Oye espera!, ¿Te limpio el abrigo?. - A lo lejos, veo a un chico que huye de un niño que intenta ofrecerle más servicios que solo lustrar sus zapatos.
- No, gracias. ¡déjame en paz!- exclama despavorido y no evito reír ante su expresión.
Me resulta muy extravagante y no solo por su vestimenta única. Mira hacía dentro de las Galerías Gourmet con un brillo marcado en los ojos, y yo me pregunto:
¿Que estará contemplando con exactitud para que su mirada irradie de tal manera?.
Un policía aparece; al parecer para cobrarle por algo. Forzado, el chico le entrega una moneda. Otra ráfaga de viento llega, y retomo mi tarea de frotar mis brazos, apartando mi atención del chico. Sin embargo, al hacerlo, siento un par de ojos clavados. Detengo el frotar y, lentamente dirijo mis ojos en su dirección; efectivamente, me está mirando.