Cap. 29.- La historia de un mundo mágico

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Yo al principio solo era un cúmulo de polvo en el plano celestial, hasta que él me junto, me dio forma y propósito, el dios que me creó.

Fui diseñada con una sola idea, dar y preservar la vida, pero me inundaba la ignorancia de un ser que recién se había formado, y esta no cambió ya que el dios que me creó rápidamente me abandonó para nunca más volver.

Habiéndome quedado sola, deje que pasara el tiempo, mis partes siguieron expandiéndose en el vacío de mi existencia hasta que empezaron a enfriarse y mis partes más pequeñas se unieron para formar partes más grandes, creando la distinción entre mi alma y mi cuerpo, lo que los hijos de los dioses llaman mundo.

Tardé un tiempo en darme cuenta del cambio, y era enorme, tanto las diferencias entre mi principio y el nuevo presente como el tamaño, y sentí un impulso de concretar el propósito de mi creación, parecía el momento indicado.

Tome una de mis nuevas partes, ni muy grande pero tampoco muy pequeña, en la que se pudiera divisar todo mi ser, y deje que la conciencia cósmica que me inundaba desde que era solo polvo fluyera libremente en esta, cambiando el entorno, y dándole vida a lo que ahora se conoce como monstruos.

Permanecí mucho tiempo así, mientras los eones pasaban, las criaturas que se formaban eran cada vez más fuertes, al punto que estaban empezando a traspasar la brecha dimensional que delineaba mi existencia, lo cual no pude interpretarlo como otra cosa más que bueno, hasta que ellos aparecieron.

9 figuras, portando el mismo poder que mi creador, eran dioses, al verlos creí por un momento que mi creador regresaría, pero en un parpadeo, no, menos que eso, borraron todo lo que había nacido en mí y me encerraron en el centro del mundo, inmovilizada y silenciada, pero aun consciente de todo.

Entonces empezaron a crear nueva vida en mí, era hermosa, palpitante y de un potencial inimaginable, rápidamente me di cuenta de que la vida que había creado nunca se le podría igualar, eso hizo que en parte aceptara mi condición, pero los monstruos seguían surgiendo, ya era algo natural en mí, y sus creaciones los combatieron, y ganaron, al principio.

Los monstruos iban a borrar la nueva vida del mundo, yo no quería eso, pero no había nada que pudiera hacer, así que los dioses hicieron algo nuevo, trajeron seres de mucho mayor potencial a combatir a los monstruos, su presencia provocó algo nuevo dentro de mí, un dolor indescriptible, era antinatural su presencia pero aun así equilibraban el mundo, hasta que un día uno de ellos se presentó ante mí, y entonces pude hablar.

Al principio él quería saber lo que era, pero era una experiencia nueva para mí, un dios formado en mi propio ser, era ignorante pero aun así me parecía extraño. Ya que era la primera vez que hablaba y aún sentía el dolor lo trate con indiferencia, pero al ser lo primero que descubriría de mí el dolor, este reacciono de una manera que nunca hubiera creído, él quería salvarme.

El mundo era caótico, por lo que debía corregirse el mundo, de esa forma yo podría liberarme con seguridad y ya no intervendrían los dioses, pero para eso debía buscar una forma en que la magia ya no generase los monstruos, lo cual parecía una tarea imposible, pero él no se retiró.

De alguna forma, el propósito de mi creación que era dar vida y su habilidad superior Ofiuco, la cual le permitía domar y evolucionar monstruos, hicieron sinergia y este la aprovecharía para generar vida.

Era hermosa, muchísimo más que las creaciones de los dioses, y además era la fusión de mi propósito real y la fuerza de un dios, era casi como si mi creador nunca se hubiera ido y juntos hubiéramos concretado mi propósito, pero entonces los dioses se lo llevaron del mundo dejando sola a la nueva vida, la cual fue abusada y pervertida por las creaciones de los dioses, a partir de ahí, además del dolor que sentía con cada nuevo ser de otro mundo que aparecía, tendría que soportar la rabia de la impoten...

La felicidad a basé del inventarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora